martes, 28 de julio de 2009

Burj Al Arab, el símbolo de Dubai

Fuente: mi moleskine arquitectonico

"Un edificio sólo se convierte en un ícono cuando su forma es simple y única. Si se puede dibujar un edificio de una forma simple, con pocos trazos, y es instantáneamente reconocido no sólo como el edificio sino cono el lugar donde está, entonces será un edificio icónico".
Thomas Wright


Hay pocos edificios que llegan a convertirse en un símbolo de una ciudad y hasta de un país. Las Pirámides de Giza, la torre de Pisa, la torre Eiffel en París, el Parlamento (Big Ben) en Londres, el Taj Mahal en Agra, el Coliseo en Roma, la Ópera en Sídney y más recientemente el Estadio de Pekín, pertenecen a ese selecto grupo de edificios cuya sola imagen evoca las características y cultura del país que los albergan.

En 1994 un grupo de jóvenes arquitectos ingleses, liderados por Thomas Willis Wright, recibió el encargo de su vida: diseñar un edificio que sea el símbolo de una ciudad, Dubai, y de un país, los Emiratos Árabes Unidos. El cliente era nada menos que el propio príncipe de Dubai, su excelencia el Sheik Mohammed Bin Rashid Al Maktoum. En esa época muy pocos podían (podíamos) ubicar Dubai en un mapa. Pues bien, su propuesta para el Burj Al Arab, la Torre de los Árabes, puso a Dubai en el mapa.


CONCEPCIÓN

Si bien Dubai encontró la razón de su boom económico en el petróleo, sus gobernantes notaron que sus reservas iban a acabarse en el 2016. Decidieron entonces girar la economía hacia el turismo de lujo. El hotel fue el símbolo de un giro en la visión del desarrollo de este emirato, hoy convertido en una de las áreas de mayor desarrollo inmobiliario del mundo.

Cuando fue culminado en 1999 el Burj Al Arab era el hotel más alto del mundo con 321 metros. En el 2007 sería superado por el Rose Tower, también en Dubai, y cuando se termine el Burj Dubai, éste lo sobrepasará con creces.

Fotos cortesía de mukks y d53

Pero no es sólo su altura si no su particular forma lo que lo hace distintivo, inspirándose en una vela henchida al viento, tal como las numerosas embarcaciones que confluyeron en Dubai, desde su establecimiento como puerto en el Golfo Pérsico, mucho antes de la era petrolera.


El edificio se organiza en dos brazos en forma de V en torno a un atrio. Del vértice de la V nacen dos arcos escultóricos de acero que, separándose de la estructura principal, le dan al Burj Al Arab su forma característica.

Foto cortesía de Pink Sushi

La fachada está recubierta por dos capas de lona, otra referencia náutica a los veleros de los emiratos, y que están separadas 60 cm entre sí para contener el excesivo calor y radiación solar hacia el interior del atrio.


El edificio está coronado por un cono invertido suspendido que, cuando no funciona como helipuerto, es una impresionante cancha de tenis.


Imagino que cada partido se juega con muchísimas pelotas... no creo que nadie baje a recogerlas...

La primera isla artificial en Dubai

Para dar la impresión de que el edificio está flotando sobre el agua, se lo emplazó sobre su propia isla artificial, 250 metros separada de la playa. Otra razón para ello fue evitar que un edificio tan alto hiciera sombra sobre las playas de Jumeirah.

Foto cortesía de Andy Bryant

En 1994 se inició la construcción de la isla artificial sobre la que se yergue el hotel. Fue la primera vez que se hacía una isla artificial en Dubai, que luego se haría famosa por proyectos como la Isla Palmera o El Mundo. Sin embargo esta isla debía ser baja, para dar la impresión de que el edificio estaba flotando, lo cual ocasionaba un riesgo ante las tormentas que se dan en el golfo pérsico. Esto se resolvió con unos bloques perforados de concreto montados sobre una cama de roca, diseñados para reducir el impacto de las olas, actuando como una esponja artificial gigante.


Concepción estructural

Algunas de las críticas al Burj Al Arab refieren que su formalismo acarreó un excesivo sobrecosto y una gran complejidad a la hora de su construcción.

Por ejemplo, para dar solidez a los cimientos, y debido a la poca consistencia de la arena, se tuvo que plantar una trama de 250 pilotes de concreto armado 40 metros en el lecho marino, que dieran estabilidad a la estructura (en un proceso parecido al que hemos explicado en el Burj Dubai).

Las 202 habitaciones, cada una consistente en una suite de dos niveles, fueron prefabricadas y montadas en sitio sobre una estructura de concreto. Cada suite conforma una fachada curva que define a su vez un balcón para la suite superior.

Foto cortesía de Erikf

A fin de aprovechar mejor el espacio de las habitaciones los arquitectos propusieron paredes delgadas para los dos bloques en V, las cuales no serían lo suficientemente resistentes ante vientos y terremotos. Los arquitectos propusieron que estos dos bloques se arriostraran mediante unas vigas en X que se entrecruzan en la fachada del Burj Al Arab.

Mayor rigidez se consigue adicionalmente mediante unas estructuras metálicas gigantes de sección triangular en las fachadas laterales exteriores, a manera de exoesqueleto, que se arriostran diagonalmente entre los dos arcos laterales y la gran columna de concreto en la parte posterior del hotel. Cada una de estas estructuras mide 85 m de largo y pesa 165 toneladas, por lo que para ser montadas tuvieron que ser montadas con grúas especiales usadas para minería.



Para resolver los cambios de temperatura, un soporte especial en forma de biela permite la expansión o contracción del elemento metálico, que puede llegar a los 5 cm en un día de extremo calor.

Restaurante suspendido

Pero el elemento más dramático en la composición es el restaurante Al Muntaha (“El más Alto”) el cual, con su estética sección en C, se encuentra suspendido a 200 metros sobre el mar, proyectándose 30 metros a cada lado de la columna central.
Es clara la idea del arquitecto dar a los comensales la sensación de que se está cenando en el aire, con una vista ininterrumpida el entorno. Pero ¿cómo hacer para construirlo?


El secreto consiste en una serie de vigas metálicas de 1.6 m de espesor, dispuestas en forma radial que nacen de la columna de concreto y que soportan la base del restaurante, recubierto en aluminio y vidrio para reducir su peso.


Estos elementos metálicos permiten soportar la presión de los vientos contra el vidrio

DISEÑO INTERIOR

Si bien el diseño exterior del hotel se destaca por su forma escultórica y por una plástica elegante y simbólica, su interior caracteriza por un diseño opulento y palaciego, y a mi juicio personal, recargado, ecléctico y barroco.


La categorización de hoteles va de 1 a 5 estrellas, su denominación como "el único hotel de 7 estrellas" implica un servicio que va mucho más allá de los niveles usuales en hoteles de 5 estrellas. Era obvio de que Su Majestad Mohamed quería que el hotel fuera un alarde de lujo.


Dicho alarde puede verse incluso antes de ingresar al hotel, donde mediante sofisticados mecanismos nos recibe una fuente de agua y fuego. ¿Cómo se puede hacer arder el agua?

Su diseño interior estuvo a cargo la diseñadora china Khuan Chew, famosa decoradora de grandes hoteles en el mundo. Su concepto, según ella, se basó en los cuatro elementos del mundo antiguo: agua, fuego, viento y tierra.


El agua se encuentra presente en acuarios y fuentes en varios puntos en el hotel. La tierra está representada por los 24,000 m2 de mármoles y piedras preciosas utilizadas. El aire, se representa en el vapor que surge de sus fuentes, y el fuego en el espectáculo externo del hotel.

El color dorado abunda por doquier, pero no es pintura dorada. “Aquí, todo lo que brilla es oro” dice Chew. En todo el hotel se utilizaron 2,000 m2 de lámina de oro.


Al ingresar al lobby, que con sus 180 m. es el más alto del mundo, me siento abrumado por ese boato. Una concha dorada, en el cielorraso y las propias columnas del lobby se hallan recubiertas de oro, que contrastan con el exuberante colorido de las suites y el mobiliario.


Según lo comentó, en un principio la diseñadora había dejado este atrio completamente blanco, para que la volumetría de las suites, compuesta por cientos de fachadas curvas, le diera al atrio el carácter por sí misma. Sin embargo, el Sheik rechazó rotundamente el estilo minimalista y exigió mucho más color y pompa. Bueno, ¿qué se le puede decir a un cliente así? Supongo que este es uno de los casos en los que el arquitecto se vuelve un ejecutor de las ideas del cliente.


Chew entonces decidió trabajar un espectro de colores siguiendo una gama de arcoíris que vaya cambiando ligeramente conforme se vaya ascendiendo de nivel, desde el azul al amarillo. Los pisos serían recubiertos con alfombras azules, lo que tiene un vívido efecto al contemplarse desde arriba.


Además, incluyó fuentes danzantes escalonadas, un grupo de acuarios y juegos lumínicos para dar más dramatismo al ingreso al hotel.



La decoración de los restaurantes está también destinada a impresionar. El restaurant Al Mahara (la Ostra) se halla rodeado de enormes tanques de agua que contienen una variada flora y fauna marina. Se accede al restaurante mediante una simulación de un submarino.


Para el Al Muntaha, el restaurante panorámico, la diseñadora eligió unos motivos decorados en azules y verdes, que simbolizan las ondas del mar. A mi juicio, le quitó claridad a la limpieza de la curva que se ve desde el exterior.

Ingreso al restaurante, semeja una nave espacial

Y, finalmente las suites fueron decoradas como pequeños palacios, incluyendo escaleras imperiales, columnas clásicas, mármoles, terciopelos y oro, a la vez que numerosas sofisticaciones electrónicas.


El extremo barroquismo del interior, que contrasta con las líneas contemporáneas y aerodinámicas del exterior, me genera una percepción contradictoria y hasta contraproducente y una sensación de atosigamiento ante tal ostentación que me provocaría pasarle una mano de papel de lijar.


Pero, insisto, es una apreciación personal. Estoy seguro de que hay muchos que se hallan fascinados con este hotel, al que encuentran grandioso, mayestático y majestuoso, a la altura de sus sueños y exquisitos gustos. El Sheik Mohamed entre ellos.



Ventana externa

UNA ANÉCDOTA

Mi amigo Ahmed me cuenta una anécdota poco conocida referente al hotel Burj Al Arab. Una vez culminado, la gente local estaba tan maravillada con el edificio que empezó a reproducir la imagen del mismo en las placas de los carros. Para ello eligieron la imagen que se ve del hotel desde el mar.
El impresionante restaurant horizontal que se incrusta en la columna vertical se ve desde el mar la formando una cruz. ¿Un país musulmán como los Emiratos Árabes Unidos llevando la imagen de la cruz en las placas de sus carros? Nadie se había dado cuenta de eso hasta entonces. Como resultado el sheik mandó quitar todas las placas de vehículos con esa imagen y reemplazarla con una vista oblicua desde la playa.

El hotel visto desde el mar tiene la forma de una gran cruz. ¿Una conspiración del Vaticano? Atento, Dan Brown, aquí tienes material para tu próxima novela “El Código Dubai”.

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