sábado, 16 de mayo de 2009

Geometría fractal

Fuente: José Saramago, en El Cuaderno de Saramago

Así como el señor Jourdain de Molière hacía prosa sin saberlo, hubo un momento en mi vida en que, sin darme cuenta del fenómeno, me encontré metido en algo tan misterioso como la geometría fractal, de la que, escusado será decirlo, ignoraba todo.

Eso ocurrió allá por el año 99, cuando un geómetra español, Juan Manuel García-Ruiz, me escribió pidiendo mi atención para un ejemplo de geometría fractal presente en mi libro Todos los nombres. Me indicaba el párrafo en cuestión, el cual reza así: “Observado desde el aire… parece un árbol tumbado, con un tronco corto y grueso, constituido por el núcleo central de sepulturas, de donde arrancan cuatro poderosas ramas, contiguas en su nacimiento, aunque después, en bifurcaciones sucesivas, se extienden hasta perderse de vista, formando… una frondosa copa en que la vida y la muerte se confunden”. No pensé en mudar de oficio, pero todos mis amigos notaron que había una convicción nueva en mi espíritu, una especie de encuentro en el camino de Damasco.

Durante aquellos días me codeé con los mejores geómetras del mundo, nada más, nada menos. A lo que ellos llegaron a costa de mucho estudio, lo alcancé yo gracias a un golpe de intuición científica, del que, hablando francamente, a pesar del tiempo pasado, todavía no me he recompuesto. Diez años después, acabo de sentir la misma emoción ante un libro titulado Armonía Fractal – De Doñana a las marismas del que Juan Manuel es autor, junto a su colega Héctor Garrido. Las ilustraciones son, en muchos casos extraordinarias, los textos de una precisión científica nada incompatibles con la belleza de las formas y de los conceptos. Cómprenlo y regálense. Es una autoridad quien lo recomienda…

La imagen no corresponde al artículo original

Cerillas del mundo

Fuente: mira y calla

Maravillosa colección de cajas de cerillas de Europa del Este. Si quires ver más, aquí tienes otras de la India.

polish matchbox label por maraid.

No menos espectacular es esta otra colección del escritor Belcampo.

Atlantis, misión de alto riesgo


Los siete astronautas del transbordador Atlantis se enfrentan estos días a un riesgo sustancialmente mayor que en otras ocasiones. En efecto, la altura a la que deben realizar las reparaciones del telescopio espacial Hubble (unos 700 km) está, literalmente, infestada de basura espacial.


Miles de piezas de satélites destrozados, restos de cohetes y piezas metálicas de todo tipo y tamaño "zumbando" alrededor a más de 30.000 km hora hacen que esta zona sea un lugar especialmente peligroso. Un lugar en el que el transbordador y su tripulación deberán permanecer durante más de una semana antes de completar su misión y regresar a la seguridad de la Tierra.

Nicholas Johnson, científico jefe de la NASA para la basura espacial, asegura que la situación, aunque no es "de las que quitan el sueño", aunque tampoco permite estar relajados. "Nos lo estamos tomando muy, pero muy en serio. El Hubble -continúa el científico- está siendo golpeado regularmente. Hemos visto ya marcas de miles de impactos".

Hasta ahora, y desde que el Atlantis alcanzó su órbita, el transbordador apenas si ha sufrido un leve impacto en una de sus alas, aunque la NASA ha alertado ya del "paso cercano" de varios objetos de diversos tamaños durante los próximos días. La agencia espacial se ha apresurado también a decir que ninguna de estas "aproximaciones" constituye un serio motivo de preocupación.

Sin embargo, durante las cinco caminatas espaciales previstas (hoy se llevará a cabo la segunda de ellas) los astronautas se exponen, esta vez, a un alto riesgo de "impactos potenciales", de hecho mucho mayor del que tendrían, por ejemplo, si estuvieran trabajando en una órbita "más limpia", como la que ocupa la Estación Espacial Internacional. En la mayor parte de los casos se trata de fragmentos de chatarra muy pequeños, esquirlas metálicas o simples tornillos, pero la velocidad a la que se mueven (a varias decenas de miles de kilómetros por hora) les garantizan una extraordinaria capacidad de provocar daños.

El Atlantis, pues, se encuentra en una auténtica situación de peligro. Si uno (o varios) de estos pequeños fragmentos alcanzaran el casco de la nave, podrían provocar agujeros que impedirían un regreso seguro del transbordador. De hecho, su interior sería inhabitable para la tripulación durante la maniobra de reentrada a través de la atmósfera, durante la que el casco debe soportar elevadísimas temperaturas.

La propia NASA ha cuantificado el riesgo de esta misión: existe una posibilidad entre 229 de un impacto catastrófico con un fragmento de basura espacial. Un riesgo muy superior al calculado para una misión a la Estación Espacial, que se cifra "sólo" en una posibilidad entre 300. En todo caso, los responsables de la agencia espacial norteamericana han calificado la situación de "manejable". Y también los astronautas han aceptado expresamente el riesgo extra que implica la reparación y puesta a punto del telescopio espacial Hubble.

Si se produjera una situación de emergencia, la NASA pondría en marcha un detallado plan de rescate. Por supuesto, cualquier daño sufrido por el casco haría imposible el regreso del Atlantis a la Tierra. Por eso, el transbordador Endeavourestá preparado en el centro espacial Kennedy para una salida inmediata. Si fuera necesario, este segundo transbordador acudiría al rescate de los astronautas del Atlantis.

Los problemas, sin embargo, podrían ser mucho mayores si el impacto de un fragmento de basura no se produce contra el casco de la nave, sino directamente contra uno de los astronautas en pleno paseo espacial. A pesar de que los trajes de la tripulación están diseñados para resistir a las duras condiciones del espacio, difícilmente podrían aguantar la colisión directa de un fragmento de metal a 30.000 km por hora. Incluso en el caso de que ese fragmento fuera microscópico, sería suficiente para agujerear el traje, lo que dejaría al astronauta apenas unos segundos para regresar a la nave antes que que su traje se despresurizara por completo y le causara una muerte segura.

Si el fragmento de basura fuera sólo un poco mayor (la mitad de un tornillo pequeño) a estos problemas se añadirían los daños físicos directos sufridos por el desafortunado paseante espacial. La NASA, sin embargo, considera que las probabilidades de sufrir un accidente de estas características son "muy escasas".