domingo, 17 de mayo de 2009

La Tierra bebé de un geólogo extremo

Fuente: con-ciencia
¿Saldrá volando esta Tierra metálica?

De todas las cuestiones de la geología, una de las que más me atrae -como a un imán- es la del núcleo terrestre. ¿Será porque es el que genera el electromagnetismo? Jaja. No sé. Pero es que es bien poco lo que sabemos acerca de esa pelota de hierro rodeada de lava hiper caliente. Por eso me devoro toda la literatura –y las películas- que salen al respecto. Por ejemplo aprendí que el campo magnético de la Tierra – eso que nos protege de la atroz radiación del Sol y guía nuestros sistemas de navegación haciendo que las brújulas apunten hacia el norte- ha cambiado de dirección cientos de veces a través de su historia, y que por eso se ha ido debilitando en un 10 por ciento desde que lo comenzaran a medir hace un par de siglos. Ahora parece que estamos a punto de otro cambio de dirección, lo cual podría debilitarlo aún más y exponernos a los fotones asesinos.

Este mes la revista Popular Science tiene una notita corta sobre un científico que siente la misma atracción mía por el Centro de la Tierra. Sólo que él, en lugar de contentarse con leer lo que hay, está fabricándose un planetita en miniatura para entender por qué la tierra funciona como un imán.

Después de cuatro años de exámenes y pruebas, Dan Lathrop, un profesor de física y geología de la Universidad de Maryland, decidió que necesitaba una Tierra más grande. La que tiene apenas pesa 225 kilos, es decir, apenas 20 millonésimas el tamaño de la verdadera. Y por eso sus experimentos de laboratorio no han podido generar un campo magnético similar a la Tierra de verdad.

Entonces, Lathrop pensó que la clave de todo era conseguirse otra mejor. Un orbe más grande con más metal caliente girando por dentro tiene por fuerza que generar un mayor campo magnético. Así que invirtió los 1.6 millones de dólares de su dinero para investigaciones en mandar construir un Tierra de 30 toneladas que mide unos tres y medio metros de diámetro. Acaba de rellenar el núcleo de su juguete con sodio derretido e hirviente, y apenas inicia experimentos poniendo a esa Tierra bebé a girar. Hasta ahora, solo lentamente (ver el enlace para el video, abajo). Pero la idea es que eventualmente alzance una velocidad de 90 millas por hora, a ver lo que pasa.

Si el planetita de Lathrop logra producir su propio campo electromagnético, esto podría ayudar a los científicos a desarrollar modelos que les ayuden a predecir lo que sucederá con esta fuerza invisible. La pelota metálica está montada en un sistema especial, dentro de gruesas paredes de concreto en el laboratorio de Lathrop. Lo cual es buena cosa porque está rellena con 15,000 kilos de ese tal sodio derretido, un material encantador que se incendia al entrar en contacto con el oxígeno y explota cuando lo toca el agua.

Genial. ¡Qué ganas de pasarme por ese laboratorio!

El video (que se puede ver aquí en el site de la Lathrop, bajando hasta la mitad de la página) muestra el primer “arrancón” de prueba de la Tierra bebé en el laboratorio. ¡Aquello suena como si la armazón fuera a levantar el vuelo!

¿Ha despertado el Sol de su letargo?

Fuente: José Manuel Nieves, en El Blog 

Durante todo el año 2008 y lo que llevamos de 2009, el Sol ha permanecido inusualmente tranquilo e inactivo. Tanto, que los astrónomos empezaban a preguntarse si tanta quietud no sería, para nuestra desgracia, la calma que precede a un periodo de actividad jamás conocido hasta ahora. Desde enero del pasado año, las manchas oscuras que normalmente salpican la superficie de nuestra estrella (y que no son otra cosa que zonas temporalmente más frías, causadas por la irrupción a la superficie de los campos magnéticos internos) desaparecieron casi por completo sin que nadie acertara a decir cuándo volverían a producirse, ni en qué medida lo harían.

La velocidad y la intensidad de la próxima «generación» de manchas revelaría a los científicos cómo de activo será el nuevo ciclo solar que se avecina, y cómo de peligroso, por lo tanto, para los sistemas de comunicaciones por satélite y redes eléctricas terrestres. Algo que, por fin, parece que podrá conocerse, ya que hace apenas unos días, el 6 de mayo, la estrella que ilumina a la Tierra ha empezado a mostrar síntomas de recuperación. Tal y como muestra el vídeo, obtenido por los instrumentos de la misión STEREO, de la NASA, ese día se produjo una violenta erupción, lo que podría ser la señal del esperado comienzo del nuevo ciclo solar.

Normalmente, el número de 
manchas solares varía cíclicamente (desde un mínimo hasta un máximo y vuelta a empezar) en periodos que se suceden cada once años, el mismo tiempo que tardan los polos magnéticos de la estrella en invertir su dirección. En los momentos de máxima actividad, es fácil que se produzcan varias docenas de manchas al día. 

Y si bien es cierto que ahora estamos al final del ciclo actual, y en el periodo de menor intensidad, la total ausencia de manchas (como se puede observar en la imagen del satélite 
SOHO, tomada el pasado 31 de marzo) sugería un «parón» que no es en absoluto habitual. Según las observaciones realizadas por la NASA, no se han observado manchas solares (ninguna) en 266 de los 366 días del año 2008, algo que no sucedía desde 1913. Pero la cosa ha ido incluso a peor durante los primeros meses de este año, con una disminución todavía mayor de las manchas solares. Hasta el pasado 31 de marzo, no se había observado ninguna en 78 de los 90 días que iban de año. 



Por eso precisamente la erupción detectada el 6 de mayo tiene tanta importancia. "Este es el mayor suceso que hemos podido observar en el sol en más de un año", aseguraba ayer Michael Kaiser, investigador de la división de heliofísica del 
centro espacial Goddard, de la NASA. "¿Significa esto que se ha terminado el mínimo, o no? -se preguntaba el científico-. Ha sido un mínimo solar muy largo, el más largo y profundo de los últimos cien años".

De la misma forma en que los terremotos pueden provocar, aquí en la Tierra, enormes tsunamis en el mar, una eyección de masa coronal, o erupción solar, puede causar un "tsunami" en la superficie de la estrella. Las ondas generadas por las violentas erupciones pueden desplazarse a velocidades que se cifran en millones de kilómetros por hora. La energía liberada durante el evento registrado por Stereo equivale, según los investigadores de la misión, "a dos mil millones de veces el consumo anual de energía en todo el mundo". Y todo en apenas una fracción de segundo. La última vez que se registró un "tsunami" solar fue hace más de una década, gracias a los instrumentos de la sonda SOHO.

¿Normal o anormal?

La cuestión, ahora, está en averiguar si se trata de una oscilación normal, aunque más marcada, de la actividad solar, si nos encontramos ante alguna especie de «anemia estelar» cuya duración desconocemos o si, por el contrario, la tranquilidad actual recién interrumpida anuncia que el nuevo ciclo de once años (que debería estar comenzando ya) será extremadamente violento. Y hay respuestas y teorías para todos los gustos. 

Por un lado, algunos especialistas predicen que los próximos once años serán «relativamente tranquilos». Aunque, según ha asegurado a la revista «New Scientist» el «cazador de manchas» Leif Svalgaard, de la Universidad de Standford, los expertos están esperando a ver el ritmo al que se producen las manchas cuando éstas por fin reaparezcan. Cuanto mayor sea este ritmo, más activo estará el Sol durante la próxima década y mayores, y más intensas, serán las tormentas solares. «Los nuevos ciclos —ha dicho Svalgaard— empiezan con un disparo. Un mes no hay nada, y al siguiente las manchas están por todas partes». Y el "disparo" podría acabar de producirse con la erupción de hace unos días.

Los que apuestan por un futuro tranquilo se basan en una teoría que sugiere que los campos magnéticos que se hunden en el Sol cerca de sus polos viajan relativamente rápido bajo la superficie, donde se producen las manchas. Y si las observaciones muestran, como es el caso, poca actividad magnética, eso significa que el siguiente ciclo solar no tendrá nada de especial. Otros, sin embargo, creen que los campos magnéticos viajan durante décadas por el interior del Sol antes de volver a salir a la superficie, creando las conocidas manchas. Y estos especialistas predicen que una oleada inusualmente fuerte de actividad está a punto de desencadenarse. 

Si así fuera, sería un auténtico golpe para nuestra comprensión actual de la mecánica solar. Además de una larga década de violentas tormentas de partículas que pondrían en jaque el desarrollo tecnológico de nuestra civilización. Por ahora, sólo queda seguir mirando y esperar. Sólo cuando suceda lo que ha de suceder, sabremos a qué atenernos.