martes, 25 de noviembre de 2008

Kaufmann House


Earlier this year, the Kaufmann House, in Palm Springs, California, a classic Richard Neutra home was part of Christie's Spring Contemporary Art Auction. It sold for $16.8 million including commission along with an additional plot of land adjacent to the property for $2.1 million. The Real Estalker reveals that the architectural classic is back on the market because the current owners are divorcing. The home is now listed at $12.9 million and is having a hard time finding buyers, not because of the house, which is exquisite, but because Palm Springs real estate is some of the hardest hit in California's real estate doldrums.

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Mitsuoka Galue Limousine S50

Fuente: motorpasion

El carrocero japonés Mitsuoka le ha dado un baño retro-futurista al sedán Infiniti M35, convirtiéndolo en una limusina atrevida aunque no demasiado escandalosa. Hasta casi me atrevería a llamarla elegante.


El Mitsuoka Galue Limousine S50 equipa un 3.5 V6 (el famoso VQ35HR de Nissan) con 313 caballos, aceptables para mover sus 1.780 kg de peso. A pesar de lo aparatosa que parece su carrocería, sólo mide siete centímetros más de largo que el modelo original.


Lo mejor de todo es su precio, 100.000 dólares. Claro que no vale hacer la conversión directa a euros, porque partimos del supuesto de que el Infiniti M35 cuesta 43.500 dólares.


Aún así, pudiendo hacer la equivalencia dólar-euro, una limusina de este precio es bastante “asequible”, unas seis veces menos que el Mercedes S Pullman Guard.


El interior del Mitsuoka Galue Limousine S50 tiene una calidad aceptable, por tanto la única pega son las reminiscencias a otros modelos como Rolls-Royce. En definitiva, y si se me permite el concepto imposible, una limusina para pobres.


El Infiniti M35 original, en el que se basa el Mitsuoka Galue Limousine S50:

Una enfermedad beneficiosa

Fuente: la ciencia de tu vida

La malaria es una enfermedad endémica entre casi la mitad de la población mundial. Millones de personas mueren cada año porque no reciben la medicación apropiada. Resulta tremendo pensar en la cantidad de dinero que se gasta en investigar nuevos fármacos para tratar enfermedades que afectan a un pequeñísimo porcentaje de la humanidad mientras no se hace prácticamente nada por luchar contra la malaria. ¿Por qué? La malaria no es una enfermedad del primer mundo. Todos somos iguales, pero unos son más iguales que otros.
La malaria no sólo es el ejemplo perfecto de un mundo ruin.

También es la demostración clara del funcionamiento de la selección natural. El microbio plasmodio, origen de la malaria, invade los glóbulos rojos y hace que se adhieran a las paredes de los vasos sanguíneos más pequeños. De este modo no llegan hasta el bazo, el único órgano del cuerpo capaz de matarlo. Pues bien, los pueblos de las zonas de África tropical donde la malaria es endémica poseen una inmunidad natural a esta enfermedad gracias a un defecto genético que modifica la estructura de la hemoglobina: los glóbulos rojos se tornan falciformes, parecidos a croissants. Además, están rodeados de filamentos microscópicos en forma de aguja, como las púas de un puercoespín. Los plasmodios quedan empalados en los glóbulos rojos, que pueden alcanzar perfectamente el bazo y someterse al proceso de desinfección.

El problema grave aparece cuando los genes responsables de esta malformación se heredan, a la vez, del padre y de la madre. Entonces el individuo padece de un tipo de anemia llamada, a la sazón, anemia falciforme 'o drepanocítica' que causa la muerte durante la infancia. Es el pago por sobrevivir a la malaria. Pero lo más interesante es que este defecto genético no se propaga en un entorno sin malaria. En el siglo XVII los traficantes de esclavos holandeses llevaron negros de lo que hoy es Ghana a dos colonias de su país: Curaçao, en el Caribe, y Surinam, en Sudamérica. En Curaçao no hay malaria, pero en Surinam, sí. Trescientos años después, en Curaçao los descendientes de aquellos esclavos no presentan prácticamente esa irregularidad en sus glóbulos rojos, pero en Surinam sigue siendo común.

Si la supervivencia implica sufrir la amenaza de graves formas de anemia para evitar una muerte segura, la elección de la naturaleza es clara. Pero cuando no hay ninguna ventaja en sufrir esa malformación de los glóbulos rojos, los genes responsables no se propagan.