viernes, 9 de mayo de 2008

Viñeta de EL ROTO

Venture One sobre el asfalto

Un coche, una moto, pero qué es ésto. En Fly The Road puedes satisfacer tu curiosidad.



Videoclips

Justin Timberlake & Madonna

1935 Auburn 851 SC Boattail Speedster en el Antic Auto Alicante 2008

Fuente: motorpasion
Uno de los clásicos más bellos
(aunque sea una réplica lo trataremos como tal) que pude ver en el Antic Auto Alicante 2008 es este 1935 Auburn 851 SC Boattail Speedster.

Las preciosa carrocería salió del estudio de Gordon Buehrig, que también trabajó para Duesenberg o Cord, las grandes marcas de lujo desaparecidas con la crisis de 1929 en Estados Unidos.

Su nombre, Boattail, proviene de su peculiar trasera en forma de la popa de un barco. Su agudo diseño y sus espectaculares líneas hacen que parezca que vaya a surcar el asfalto en cualquier momento.

Este Auburn 851 SC Boattail Speedster se sabe que es una réplica por los colectores simulados que lleva a ambos lados del vano de su motor. En el modelo original, estos colectores estaban situados sólo a uno de los lados, ya que el motor original era un ocho cilindros en línea, potenciado con un compresor Schweitzer-Cummins, que le hacía entregar 150 CV de potencia máxima.

En total, de las instalaciones de Auburn salieron no más de quinientas unidades entre 1935 y 1936, por lo que hoy se han convertido en modelos cotizadísimos en el mercado, superando los 300.000 euros de precio, aunque las réplicas tampoco se pueden considerar una ganga, ya que los precios que he visto en internet rondan los 75.000 dólares.

En Speedster Motorcars, Florida, tienen los derechos de fabricación de estas réplicas, así que si quieres hacerte con un Auburn 851 SC Boattail Speedster, ese es el primer sitio al que deberías ir a preguntar.


Trabajos de César Moreno

Fuente: mira y calla
El mexicano César Moreno tiene una larga de clientes satisfechos con sus excelentes trabajos en ilustración, infografía y diseño corporativo.

Cartelera

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Retrocesión en discos duros

Fuente: kriptópolis

En diversas ocasiones hemos discutido en Kriptópolis sobre un dispositivo tan curioso como el disco duro, muy sensible quizás ante pequeñas (aunque continuadas) agresiones pero sorprendentemente resistente frente a impactos demoledores que a la fuerza deberían suponerse destructivos. Casi como la mente humana...

Hoy disponemos de la prueba definitiva acerca de lo difícil que puede resultar en ocasiones deshacerse de los datos. Supongamos que subimos nuestro disco a bordo de un transbordador espacial, que la nave sufre una brutal reentrada en la atmósfera y cae de nuevo a la tierra convertida en bolas de fuego. ¿Sobrevivirían a ese desastre los datos de nuestro disco?

Pues contra todo pronóstico ha sido posible recuperar el 90% de los datos contenidos en una unidad Seagate de 400 MB transportada por el transbordador Columbia, que resultó destruido en 2003 a los 90 segundos de su lanzamiento, pereciendo todos sus ocupantes...

Alan Watts definía en el prefacio de su obra "La sabiduría de la inseguridad" (1951) lo que él llamaba la "ley de la retrocesión": cuando intentas permanecer en la superficie del agua, te hundes; pero cuando tratas de sumergirte, flotas.

Lo mismo parece ocurrir con los discos duros. El día que no tienes copia de seguridad y su avería te supone una ruina, ese día se rompe y tus datos son irrecuperables. Pero basta que quieras destruirlo por completo para que cualquiera pueda recuperar tus datos sin despeinarse.


De cómo el Sahara dejó de ser un vergel

Fuente: soitu.es

Había una vez un Sahara verde tapizado por vegetación tropical, pero este vergel se transformó en el desierto que conocemos. Un minucioso
estudio paleoclimático ha reconstruido la evolución de ese fascinante ecosistema que, contra lo que se pensaba, no se desertificó repentinamente, sino a través de muchos siglos. La historia de ese proceso comenzó hace unos 6.000 años, a finales del llamado Período Húmedo Africano. En aquel entonces las vastas extensiones del norte del continente se encontraban cubiertas de pastizales y bosques de acacias, de acuerdo al registro elaborado por un equipo científico franco-belga-alemán. De esos tiempos datan las pinturas rupestres de Tassili –sudeste de Argelia– pobladas de elefantes y cebúes.

¿Qué factor adverso trastornó ese paisaje idílico? Al parecer, un cambio en el monzón africano de verano, que desde el año 12.800 antes de Cristo venía garantizando a la región precipitaciones abundantes y estables. La modificación del régimen de vientos y lluvias fue causada a su vez por el denominado 'forzamiento orbital' (oscilaciones periódicas de la órbita terrestre que determinan que la cantidad media de radiación que recibe cada hemisferio fluctúe a lo largo del tiempo).A medida que la humedad disminuía, el Sahara se fue transformando en una gigantesca sabana similar a las existentes en el África central y oriental. Los grandes ríos se convirtieron en ‘wadis’: cursos fluviales temporales que una vez al año inundaban los valles por los que discurrían, alimentando una vegetación ribereña.

Hacia 2.800 antes de Cristo, los árboles tropicales ceden sitio a una vegetación propia de entornos semidesérticos, los arbustos y árboles que hoy abundan en el Sahel. Las superficies cubiertas con pastizales se encogen y se vuelven discontinuas. Vientos más potentes comienzan a arrastrar arena fina, formando las primeras dunas, un proceso favorecido por la erosión del suelo que tiene lugar tras la pérdida de la cubierta vegetal.

A partir del año 2.300 antes de nuestra era, lagos y lagunas son sepultados por los vientos cargados de arena o se vuelven escasos, las dunas avanzan y las plantas resistentes a la sequía toman el testigo a los vegetales sensibles al estrés hídrico. En torno al siglo VIII a. de Cristo, el territorio toma el aspecto desolado que presenta en nuestros días.

Para esta reconstrucción cronológica los expertos se han valido de sedimentos lacustres y esporas de polen, indican en el artículo publicado en ‘Science’. Especialmente reveladora ha resultado la historia del lago Yoa (norte de Chad) desde su estado inicial de gran reservorio de agua dulce a su condición actual de oasis de aguas salobres. Dicho lago –el mayor del Sahara- es uno de los pocos sitios de la región que ofrece un testimonio ininterrumpido de la evolución climática de los últimos 11.500 años.

Los autores del estudio oponen a la teoría dominante del brusco colapso del ecosistema sahariano, la hipótesis de una desertificación gradual y suave. Así se deduce del registro de las precipitaciones, que de los 250 milímetros anuales observados al comienzo de la serie, descienden a 150 mm hacia 2.300 a. C. y se estabilizan en menos de 50mm en el siglo VIII antes de nuestra era. Otro dato a su favor lo proporciona la flora, que en vez de desaparecer repentinamente se fue adaptando a la creciente aridez.

Seguramente, no está dicha la última palabra en cuanto a la formación del mayor desierto del planeta; pero sin duda esta investigación representa una notable contribución a la comprensión de los cambios climáticos del pasado, tan complejos como el que está teniendo lugar ahora.