viernes, 21 de noviembre de 2008

Hamann Volcano, insuperable

Fuente: motorpasión

Pero no me malinterpretéis, con lo de insuperable no me estoy refiriendo a su belleza. Todo lo contrario, faltaría más. Eso sí, en Hamann se han superado a ellos mismos en cuanto a los excesos añadidos en un coche.

Suelo ser bastante comedido con mis críticas, pero es que con ésto es inevitable. No hay término medio ni da tregua para mirarlo con buenos ojos. Es, por decirlo de buenas formas, incómodo para la vista o similar a pasarse papel de lija por las retinas. Lo siento para el que le guste, pero no puedo con el Hamann Volcano.

No entiendo como en el apartado mecánico hacen las cosas bien y luego, en la estética se dejan llevar por los instintos más primarios de un jugador compulsivo de los últimos NFS. ¿No pueden hacer una reducción de peso, añadir mejoras dinámicas y potenciar el motor sin llegar a ésto?

Si se levanta el nuevo capó, en el que se ha suprimido la estrella de Mercedes-Benz por el escudo de Hamann, nos encontramos un motor V8 5.4 con varios cambios. Entre los que se pueden ver a simple vista, una nueva cubierta de fibra de carbono o mirando un poco más adentro, unos nuevos colectores de escape.

Si hablamos de aspectos técnicos, la nueva ECU le da más potencia y par máximo, dejando su curva en una mejor forma. Ahora, con los cambios, entrega 700 CV de potencia y cuando el motor gira a 3.300 rpm, su par máximo se sitúa en 840 Nm.

Es difícil reducir los tiempos cuando estos se mueven por los tres segundos, así que rebajar en dos décimas su aceleración en el 0 a 100 km/h puede tomarse como un gran logro, dejándola en 3,6 segundos. Su velocidad máxima se queda en 348 km/h, 16 km/h más que el modelo de serie y superando incluso a la versión 722 Edition.

Sin embargo, en el interior sí se ha hecho un buen trabajo. No todo iba a ser malo. Diferentes inserciones en fibra de carbono, nuevos materiales de revestimiento, como el tapizado en Alcántara del volante o los pedales en aluminio.

Pero no nos echemos las manos a la cabeza. Igual que a mí me parece tremendamente… (adjetivo a elección del lector), a otros puede parecerle una bonita preparación y eso es más que respetable. Ya lo hemos repetido en infinidad de ocasiones, para gustos, los colores. A mí, sinceramente, ese color no me gusta.

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