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Keanu ya se ha quitado el estigma de 'Matrix', al menos es lo que dice: "Neo está muerto. Y si resucitara, le pasaría el papel a otra persona", pero no el de la fantasía o la ciencia ficción. 'Constantine', 'A scanner darkly' y 'Ultimátum a la tierra', de estreno en España el 12 diciembre, le alejan del adolescente apayasado que interpretó en 'Las alucinantes aventuras de Billy y Ted' cuando todavía era una promesa por pulir.
Ha pasado tiempo ya, suficiente para que el poso de Gus Van Sant ('Mi Idaho privado'), Jan de Bont ('Speed'), Coppola ('Drácula') o Bertolucci ('Pequeño Buda') hicieran mella él y le dieran la seguridad de que su carrera seguiría adelante a pesar de que los periódicos sensacionalistas se empeñaran en enterrarle una y otra vez apuntando a que si se había casado con un empresario veinte años mayor que él, que si se dedicaba a atropellar paparazzis en sus ratos libres, que si era un gigoló... Titulares y más titulares que no han conseguido apagar su brillo a tenor de la excitación que ha despertado en Madrid la presentación del 'remake' de la obra de 1951 de Robert Wise.
Se presenta con barba, barba de Keanu, una que a casi nadie más le sale así y que todas las novias del mundo querrían afeitar de estar en otra cara que la suya. Con remolinos, haciendo recovecos, al modo de un huracán. No parece el vello facial propio de un tipo de 44 años. No se le dan. Rubicundo, sonrosadito de piel y con su pelo negro, muy negro, tupido y engominado, lo primero que hay que decir del hawaiano es que es un tipo alto. Lo segundo, que parece serio (un compañero de la competencia me dice que tiene miedo de preguntarle nada por si le fulmina con su mirada de rayos láser). Lo tercero, que, amable, se esfuerza por resultar chistoso en una rueda de prensa que más bien parece un concierto. Por lo de los fans, digo... leer artículo completo
El ingeniero, inventor y piloto Graham Hawkes lleva desde los años 80 trabajando en el desarrollo de una nueva generación de sumergibles. Una de sus primeras creaciones, el submarino Mantis, hizo su debut en la duodécima película del agente secreto James Bond, Sólo para tus ojos. Casi una década más tarde, en 1995, Hawkes sorprendió al mundo con Deep Flight I, el primer “submarino monoplaza con alas”, que ha sido utilizado para hacer multitud de filmaciones bajo el agua por la televisión neozelandesa, IMAX y National Geographic Televisión, entre otros. Y ahora planea utilizar una versión mejorada, el Deep Flight II, para viajar al punto más profundo del océano, las Fosas Marianas, a más de 11.000 metros de profundidad. Además, en la web Deepflight.com se anuncia ya el próximo lanzamiento del Deep Flight Super Falcon, el primer sumergible de Hawkes a la venta para el público general. Aunque aún no se sabe cuál será el precio del codiciado “juguetito”.
Han pasado once años desde que el Trust SSC consiguiese el Récord Mundial, estableciéndolo en 1.232,93 Km/h, 763,053 Mph o algo más de Mach 1. Ahora un equipo inglés quiere triturar dicho récord, logrando las 800 Mph (1.287,4752 Km/h) el año próximo, 900 Mph (1.448,41 Km/h) en 2010 y finalmente 1.000 Mph (1.609,344 o Mach 1.4) en 2011.
Será más rápido que una bala, literalmente hablando, pero no tanto como un Volkswagen Gol 1.6 brasileño.
Medirá 12,8 metros de largo y pesará, combustible incluido, 6.400 Kg. A máxima velocidad recorrería 500 metros en el pestañeo de un ojo y sus ruedas girarían a 10.000 RPM, aplicando sobre las llantas 50.000 G de aceleración radial y la carrocería soportaría una presión de 12 toneladas por metro cuadrado.
El director del equipo es Richard Noble, que estuvo al frente del equipo Thrust en 1997, pero también está el piloto, Andy Green, se ve que no tuvo suficiente con su anterior hazaña. De lograr el récord de Mach 1.4, también romperían el Récord Mundial de velocidad a baja altura para aeronaves.
¿Conseguirá el Bloodhound SSC machacar los registros del Thrust SSC? Si este último necesitó dos turborreactores que sumaban 110.000 CV de potencia, ya sabemos que el nuevo bólido necesita aún más esteroides.
No han facilitado datos acerca de la potencia, pero calculan que alcanzaría la velocidad máxima en unos 40 y pico segundos.
En la fase inicial de aceleración un motor EJ200 (el propulsor del Eurofighter Typhoon) acelerará hasta 300 Mph (482,8032 Km/h). En ese punto encenderán un propulsor cohete, mucho más potente que un turborreactor. El piloto experimentará una aceleración de 3G hasta superar los 1.600 Km/h, cuando sólo el EJ200 proporcionará empuje.
Sólo para la bomba de combustible utilizan un tercer motor, un MCT V12 de embolos (vamos, uno de coche) de 800 CV de potencia, ¡eso sí que es inyección! También sirve como motor de arranque del turborreactor.
¿Estamos seguros de que queremos que vuelva el chándal?
Cuando en febrero leímos que parecía que la vuelta del chándal era una realidad, casi todos decidimos tomárnoslo como una broma (de mal gusto). El chandaleo no sólo se ha atrevido a colarse en las pasarelas (mejor dicho, los diseñadores se han acercado a él indecorosamente), sino que ya no le duele a nadie si alguien se presenta con un pantalón o chaqueta de chándal combinado con accesorios de semilujo en un evento. Parece que el sueño de los domingueros del mundo se puede hacer realidad: llega el imperio del chándal.
Es innegable lo cómodo que es y lo fácil de poner y quitar que resulta, incluso aunque seas tonto del culo. Para hacer deporte, dormir, estar en casa o realizar un viaje muy largo, el chándal es lo más práctico que te puedes poner. Esto ha llevado a que se haya creado el falso rumor de que "el chándal está súper in porque lo llevan las famosas". ¡Mal! Si nos fijamos en celebridades luciendo esta prenda no están precisamente yendo a una fiesta, sino camino del gimnasio o comprando el pan. Si hemos visto a Marc Ronson ataviado con uno, era por exigencias del guión, él siempre lleva traje. Por lo tanto, tiene el mismo sentido reivindicar el uso del chándal para la vida normal como hacerlo con pijama: ninguno... leer artículo completo
Los hechos ocurrieron esta semana en la ciudad de Zhuhai, en la provincia de Cantón, cuando la chica, de 20 años, compartía un momento romántico con su novio. El exceso de pasión provocó la rotura de su tímpano izquierdo.
La pareja explicó que habían oído un sonido repentino, como un 'puff' mientras se estaban besando, y que a partir de ese momento la chica dejó de oír.
Los jóvenes, según reconocieron avergonzados, tardaron más de una hora en decidirse en ir al hospital, y después de comprobar que la chica era totalmente incapaz de oír a su novio ni las bocinas de los coches.
Según explicó al diario el médico otorrino que trató a la paciente, a pesar de que resulta poco frecuente perder la capacidad auditiva por este motivo, fisiológicamente, y si los besos son excesivamente apasionados, puede ocurrir, ya que puede producirse un cambio de presión en el oído interno que termine causando la rotura del tímpano.
El truco está en no dar besos "demasiado ardientes, demasiado largos y que exijan un esfuerzo excesivo, ya que pueden causar efectos secundarios". Besar, según concluye el periódico, también es una cuestión que exige moderación. El problema, no obstante, puede corregirse tras un par de meses de tratamiento.
Desde su nacimiento en el interior de una nube de gas y polvo interestelar, la vida de una estrella es una lucha continua contra su propia gravedad. Gracias a la energía liberada por el horno nuclear central la estrella impide su colapso. Sólo cuando agota todo su combustible interior la gravedad vuelve a actuar. El colapso gravitatorio es inevitable, nada puede detenerlo. ¿O sí?
La mecánica cuántica es una de las teorías más bellas y completas que el hombre ha creado. Describe con precisión el comportamiento de los átomos y el de las partículas subatómicas: electrones, protones, neutrones… Esta teoría predice que a densidades tremendamente elevadas -del orden de varios billones de gramos por centímetro cúbico- la materia se vuelve degenerada. Esto no quiere decir que los átomos se vuelvan inmorales, sino algo mucho más prosaico: se encuentran apretados al máximo unos contra otros, de modo que no hay forma de encoger más la estrella si no es rompiendo los átomos en trocitos. Es esta presión de degeneración la que acaba por contrarrestar a la gravedad. El problema es que no detiene siempre el colapso. Que esto ocurra depende dramáticamente de la masa de la estrella.
En 1931, el físico hindú Subrahmanyan Chandrasekhar publicaba en The Astrophysical Journal que toda estrella con una masa inferior a una vez y media la masa del Sol debía acabar sus días como una enana blanca, una estrella con la masa del Sol y compuesta exclusivamente de helio que se ha contraído hasta alcanzar el tamaño de un planeta como la Tierra. La materia se encuentra tan comprimida que una sola cucharadita de enana blanca pesa más de una tonelada. Chandrasekhar demostró en su artículo, ya clásico, que su peso lo soporta la presión de degeneración de los núcleos de helio que la componen. Pero si la masa de la estrella es superior a 1,5 veces la masa solar entonces la gravedad vence, los núcleos de helio se destrozan y continúa el colapso.
¿Qué ocurre entonces? Fue Robert Oppenheimer, el padre de la bomba atómica, el que se preocupó de estudiarlo. En colaboración con George Volkoff demostró a principios de 1939 que de los núcleos de helio rotos se forma una sopa extremadamente densa de neutrones. Oppenheimer y Volkoff encontraron que toda estrella que termina sus días con una masa situada entre el límite de Chandrasekhar y unas tres veces y media la masa del Sol acabará por convertirse en una estrella de neutrones. Estos cadáveres estelares son del tamaño de una ciudad media y sus densidades son inimaginables, del orden de mil billones de veces la del agua. En este caso es la presión de degeneración de los neutrones la que detiene a la gravedad.
La siguiente pregunta es evidente. ¿Y si la estrella es de seis masas solares? Este caso también fue estudiado poco después por Oppenheimer y otro colaborador suyo, Hartland Snyder. Publicado en septiembre de 1939 en la revista Physical Review, escribieron: “Agotadas todas las fuentes de energía termonuclear, una estrella suficientemente pesada se colapsará. A menos que [...] se reduzca su masa a un valor cercano al de la solar esta contracción proseguirá indefinidamente”.
Con un núcleo constituido fundamentalmente por hierro, se produce el desplome gravitatorio. En cuestión de segundos, toda la estrella implosiona produciéndose la deflagración más impresionante que puede observarse en una estrella: se ha producido una supernova. Si la estrella no ha destrozado su núcleo en la tremenda explosión, puede quedar cualquiera de los objetos antes mencionados: una enana blanca o una estrella de neutrones. Si la masa final es mayor que el límite de Oppenheimer-Volkoff (3,5 masas solares) lo que nos queda es un agujero negro.
Los artículos de Oppenheimer fueron olvidados hasta la década de los sesenta. Cuando en 1967 Jocelyn Bell descubrió la primer estrella de neutrones se volvió a poner de moda el trabajo de Oppenheimer. La astronomía había evolucionado lo suficiente como para observar el cielo no sólo en el visible, sino también en la banda de radio, en el infrarrojo y en los rayos X. Los años siguientes nos abrieron los ojos a un universo completamente diferente al que hasta entonces habíamos conocido. El cosmos dejó de ser un lugar silencioso y apacible: se descubrieron galaxias en explosión, intensas fuentes de energía, el residuo de lo que parecía ser la tremenda explosión que dio origen al universo y unos objetos situados a distancias increíbles y que podrían ser imágenes de galaxias formándose cuando el universo era joven, los cuásares.
Como cada 28 de noviembre desde hace 15 años, esta semana se celebra el 'Día internacional sin compras', una fecha simbólica que promueve algo así como una 'huelga del consumidor' para llamar la atención sobre los excesos de la sociedad de consumo.
Para Isidro Jiménez, portavoz de una de las organizaciones promotoras del 'Día sin compras' en España, Ecologistas en Acción, "nuestro sistema de consumo es insostenible social y ambientalmente porque la economía clásica no ha tenido en cuenta los límites naturales y sociales". Según recalca, "lo importante no es dejar de comprar un día, sino aprender a consumir de forma responsable los 364 días restantes".
Paradójicamente, una de las mayores preocupaciones en tiempos de crisis es la reducción del nivel de consumo, lo que se asegura que representa la caída de la ficha que termine de empujar el resto del dominó económico. ¿En la sociedad del consumismo nuestro bienestar depende de no dejar de consumir? Preguntamos a economistas con visiones muy diferentes sobre el 'día sin compras' en tiempos de crisis... leer artículo completo
Una serie de atentados terroristas coordinados han sacudido la capital financiera de la India, Bombay. Las autoridades hablan de más de 100 víctimas mortales y más de 300 heridos —entre ellos, un matrimonio español que se encuentra hospitalizado—. En la imagen un policía ayuda a un anciano tras las explosiones en la estación de tren conocida como Victoria.
El carrocero japonés Mitsuoka le ha dado un baño retro-futurista al sedán Infiniti M35, convirtiéndolo en una limusina atrevida aunque no demasiado escandalosa. Hasta casi me atrevería a llamarla elegante.
El Mitsuoka Galue Limousine S50 equipa un 3.5 V6 (el famoso VQ35HR de Nissan) con 313 caballos, aceptables para mover sus 1.780 kg de peso. A pesar de lo aparatosa que parece su carrocería, sólo mide siete centímetros más de largo que el modelo original.
Lo mejor de todo es su precio, 100.000 dólares. Claro que no vale hacer la conversión directa a euros, porque partimos del supuesto de que el Infiniti M35 cuesta 43.500 dólares.
Aún así, pudiendo hacer la equivalencia dólar-euro, una limusina de este precio es bastante “asequible”, unas seis veces menos que el Mercedes S Pullman Guard.
El interior del Mitsuoka Galue Limousine S50 tiene una calidad aceptable, por tanto la única pega son las reminiscencias a otros modelos como Rolls-Royce. En definitiva, y si se me permite el concepto imposible, una limusina para pobres.
El Infiniti M35 original, en el que se basa el Mitsuoka Galue Limousine S50:
La malaria es una enfermedad endémica entre casi la mitad de la población mundial. Millones de personas mueren cada año porque no reciben la medicación apropiada. Resulta tremendo pensar en la cantidad de dinero que se gasta en investigar nuevos fármacos para tratar enfermedades que afectan a un pequeñísimo porcentaje de la humanidad mientras no se hace prácticamente nada por luchar contra la malaria. ¿Por qué? La malaria no es una enfermedad del primer mundo. Todos somos iguales, pero unos son más iguales que otros.
La malaria no sólo es el ejemplo perfecto de un mundo ruin.
También es la demostración clara del funcionamiento de la selección natural. El microbio plasmodio, origen de la malaria, invade los glóbulos rojos y hace que se adhieran a las paredes de los vasos sanguíneos más pequeños. De este modo no llegan hasta el bazo, el único órgano del cuerpo capaz de matarlo. Pues bien, los pueblos de las zonas de África tropical donde la malaria es endémica poseen una inmunidad natural a esta enfermedad gracias a un defecto genético que modifica la estructura de la hemoglobina: los glóbulos rojos se tornan falciformes, parecidos a croissants. Además, están rodeados de filamentos microscópicos en forma de aguja, como las púas de un puercoespín. Los plasmodios quedan empalados en los glóbulos rojos, que pueden alcanzar perfectamente el bazo y someterse al proceso de desinfección.
El problema grave aparece cuando los genes responsables de esta malformación se heredan, a la vez, del padre y de la madre. Entonces el individuo padece de un tipo de anemia llamada, a la sazón, anemia falciforme 'o drepanocítica' que causa la muerte durante la infancia. Es el pago por sobrevivir a la malaria. Pero lo más interesante es que este defecto genético no se propaga en un entorno sin malaria. En el siglo XVII los traficantes de esclavos holandeses llevaron negros de lo que hoy es Ghana a dos colonias de su país: Curaçao, en el Caribe, y Surinam, en Sudamérica. En Curaçao no hay malaria, pero en Surinam, sí. Trescientos años después, en Curaçao los descendientes de aquellos esclavos no presentan prácticamente esa irregularidad en sus glóbulos rojos, pero en Surinam sigue siendo común.
Si la supervivencia implica sufrir la amenaza de graves formas de anemia para evitar una muerte segura, la elección de la naturaleza es clara. Pero cuando no hay ninguna ventaja en sufrir esa malformación de los glóbulos rojos, los genes responsables no se propagan.