El Manchester United levantó su tercera Copa de Europa tras una final de grandeza con una mitad para cada bando que acabó en una tragicómica tanda de penaltis. Las lágrimas rojas por el fallo de Cristiano Ronaldo pronto se enjugaron con los fallos decisivos de Terry y Anelka. La chequera de Abramovich deberá seguir esperando para encontrar su premio soñado.
Tuvo tiempo en 45 minutos el Manchester de retratar que su apuesta inicial atesora más estética y grandeza que la un Chelsea cavernícola que poco más se dedicó a mandar sandias a Drogba en la primera mitad. Todo con el desaforado y vistoso ritmo inglés, sólo que el United ponía el fútbol, se quedaba con el balón y los azules olvidaban un mediocampo en el que lucen elementos de la categoría de Ballack, Joe Cole o Maloudá. Y sobre ese escenario emergió la figura o figurón de Cristiano Ronaldo.