Fuente: elpais.com La risa se confundió con el llanto en apenas diez segundos. Los que tardó Felipe Massa en volver a la realidad. El brasileño ganó la carrera, ganó ante su público, tocó con las dos manos el Mundial de Pilotos, y Lewis Hamilton se lo arrebató en los últimos metros.

Cuando parecía que no cabía más morbo para la última carrera de la temporada, la lluvia hizo su aparición estelar y prorrogó el comienzo de la prueba. A tres minutos de la salida, con la estrategia de seco anulada, el cielo de Sao Paulo descargó un leve chaparrón sobre Interlagos que no anegó la pista, pero sí varió una salida ya de por sí complicada. El spray de agua del suelo convirtió las primeras curvas en auténticos puntos negros, y allí donde Sebastian Vettel se colocó quinto, se quedaron en la cuneta Nelsinho Piquet y David Coulthard. Primer coche de seguridad y primer tiempo muerto. Sin cambios tras el abandono del safety-car, Alonso y Kovalainen protagonizaron la primera lucha del día. Velocidad contra habilidad, y lluvia sobre el asfalto. Kovalainen impuso el ritmo en la recta pero Alonso dio muestra de sus galones en la curva, dejando casi clavado al MP4-23 del nórdico.
La novia de Hamilton

Sólo un incidente podía cambiar el curso de la carrera. La estrategia a tres paradas de Vettel alivió a Hamilton, que aseguró su cuarta plaza, y arruinó las opciones del alemán. Con tres repostajes, el piloto de Toro Rosso necesitaba una ventaja aproximada de 26 segundos, pero Hamilton lo sabía, y apretó. Casi medio minuto era demasiado tiempo para hacer sombra al inglés, y así quedó reflejado con el regreso de Vettel a pista.
¿Lluvia?Las alarmas se encendieron en el paddock. La lluvia dibujó de morado los mapas de precipitación y la actividad se volvió frenética en la calle de garajes. Alonso, Raikkonen, Hamilton y Vettel fueron los primeros en calzar neumáticos de mojado después de Heidfeld, y Massa no. El brasileño lo hizo después, pero no varió su posición de líder. La revolución quedaba atrás, en la quinta posición, donde luchaba Vettel con Hamilton. Entonces apareció Robert Kubica.
El polaco, desaparecido desde el inicio de la carrera, fue la llave del Mundial. Adelantó a Vettel, y después a Hamilton. Una vez más, el británico fue víctima de sus nervios. Noqueado tras verse adelantado por el BMW y sufrió al quedar por detrás de Vettel, que apretó aprovechando el rebufo de Kubica. Massa era líder y campeón del mundo a menos de una vuelta. Lo era cuando pasó la línea de meta. Pero el último Gran Premio de la temporada tenía una última sorpresa antes de decir adiós. Su nombre, Timo Glock. El alemán de Toyota no cambió neumáticos y lo padeció. Un segundo antes de ver la bandera de cuadro, el empuje de Hamilton le doblegó en la última curva. El británico era quinto, era el campeón del Mundo más joven de la historia.
No se repitió la maldición. Interlagos, el circuito que le vio fracasar, coronó a un piloto tan merecedor del título como Felipe Massa, que captó el aviso tras su abandono en Fuji y dejó casi sentenciado el Mundial en China, a falta de una carrera. Más maduro, más tranquilo y ajeno a los designios de una parrilla que no le quiere en lo más alto, Lewis Hamilton grabó su nombre en los anales de la Fórmula Uno. Al final, Massa primero y Alonso segundo; Hamilton, quinto, pero campeón. Ya es uno de los grandes, si no lo era antes. Y Massa, a esperar a 2009.