Sí. Ya sabemos todos que Barak Hussein Obama está enganchado a su Blackberry. Que se ha pasado la campaña leyendo y contestando correos electrónicos, que es miembro de varias redes sociales, que ha exprimido como nadie antes las posibilidades de la Red... y que como presidente de los Estados Unidos tendrá que apagar el móvil y dejarlo aparcado por lo menos durante los próximos cuatro años.
Es, aún, la herencia del "Watergate", materializada en la Ley de Documentos Presidenciales que entró en vigor después del escándalo de Nixon y que obliga a que todas las comunicaciones presidenciales sean filtradas, archivadas y hechas públicas una vez terminado su mandato.
Ahora bien, la cuestión ahora es ver si el flamante presidente de los EE.UU conseguirá, o no, ser el primero que logra llevar un teléfono móvil en el bolsillo. Si logrará, o no, romper la "burbuja" de aislamiento digital que ha rodeado a sus predecesores y si podrá, o no, seguir siendo un hombre de su tiempo, conectado con la realidad diaria de su país y, por qué no, con un buen número de ciudadanos de cualquier parte, sean del país que sean.
Leía hace un par de días en el New York Times que la publicidad indirecta que Obama ha estado haciendo de Blackberry no tiene precio. O mejor, sí que lo tiene, y muy alto. Si RIM tuviera que pagarle, la broma le saldría por una cantidad que oscila entre los 25 y los 50 millones de dólares, según el analista que haga las cuentas. Una pasta.
Pero lo importante no es eso. Lo importante es que el mundo ha cambiado (y mucho) desde los setenta. Que internet se ha convertido (ahora sí) en una auténtica telaraña global y que permanecer al margen de ella significa (para quien sea) estar apartado de lo que se cuece, de lo que se piensa, de lo que preocupa... significa mirar en dirección contraria al avance de la historia y, también, estar absolutamente en la inopia, dependiendo de las interpretaciones de la realidad que hacen otros.
¿Puede el presidente del país más poderoso del mundo permitirse ese lujo? ¿Pueden permitírselo los norteamericanos? ¿Podemos nosotros, el resto del planeta? Seguro que un país que ha sabido abolir la esclavitud (que también estaba regida por leyes) encontrará la forma de no arrebatar a su presidente la herramienta que, irónicamente, ha contribuido a hacer de él lo que es ahora. Que se la dejen, que le dejen su Blackberry a Obama.
Por si sirve de pista de por dónde van los tiros digitales del presidente, y además de su ya famosa frase "tendrán que arrancármela de las manos", baste decir que, al mismo tiempo que juraba el cargo, desaparecía la antigua página web de la Casa Blanca (www.whitehouse.gov) y aparecía la nueva, la de Obama, con las primeras medidas y encuestas. Difícil será, pues, que renuncie a la forma democrática de participación ciudadana más moderna que existe.
Que le dejen su Blackberry, por favor...
domingo, 1 de febrero de 2009
Que le dejen a Obama su Blackberry
Fuente: José Manuel Nieves, en El Blog
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