Berlusconi no quiere más problemas con la basura en Nápoles.
Y para ello ha dado vida a este gigante de metal destinado a devorar y quemar 600.000 toneladas de deshechos al año.
Es la primera incineradora de un macroproyecto que llevaba 8 años bloqueado.
La izquierda y ecologistas de la región ven en esta planta una colosal chimenea que quemará indiscriminadamente residuos de todo tipo y ensuciará aún más el ya contaminado y superpoblado sur de Italia.
Pero Il Cavaliere, en cambio, quiere zanjar el asunto. En la inauguración advertía que se han acabado los tiempos de las feroces manifestaciones que sin ir más lejos, el año pasado, sumieron a Nápoles en el más absoluto desgobierno.
La falta de vertederos y la injerencia de la camorra italiana, colapsó todo el sistema de recogida de basuras, hasta que la situación fue tan insostenible e insalubre, que los napolitanos comenzaron a quemar centenares de montañas de inmundicia acumulada en las calles.
Recién investido, y como golpe de efecto, Berlusconi, celebró su primer consejo de ministro en Nápoles.
Una de las prioridades de su nuevo gobierno , dijo, era resolver la gestión de resiudos en Nápoles…e incinerando la basura apagar la mala imagen de Italia que este asunto ha proyectado al mundo.