Fuente: Mi Moleskine Arquitectónico de Carlos Zeballos La profunda relación entre la arquitectura y el paisaje en la cultura china data de hace milenios y, habiendo recibido poderosas influencias de la India, ha influenciado a su vez grandemente la construcción de
ciudades y
templos en Japón,
Corea, y gran parte del
Sudeste Asiático.
El carácter sagrado de la roca se expresa no sólo en esculturas humanas, sino en tallados orgánicos. Un detalle en las cuevas de Datong. En anteriores oportunidades hemos comentado la relevancia de las
montañas como símbolos mágico religiosos e iconos de peregrinación y devoción. En esta oportunidad comentaremos dos interesantes obras maestras de la arquitectura china cerca de la localidad de
Datong, a unos 250 kilómetros al este de Beijing, íntimamente relacionadas con montañas: el
Monasterio Colgante de Heng Shan y las gigantescas esculturas en las
Cuevas de Yungyang, ambas Patrimonio Cultural de la Humanidad por
UNESCO.
MONASTERIO COLGANTE DE HENG SHAN (XUAN KONG SI)
Así como el monte Monte Meru en la cosmogonía del Budismo, el
Taoísmo, otra antigua religión china fundada por Lao Tsé, reconoce cinco montañas mágicas, correspondientes a los cinco direcciones cardinales de la geomancia china (norte, sur, este, oeste y centro). La montaña correspondiente al norte se demonima
Heng Shan, o monte Heng.
Monasterio colgando sobre el precipicio. Foto cortesía de Vic Wild. Engastado en una de las empinadas laderas del monte Cuiping, justo al frente del monte Heng, un modesto pero impresionante monasterio parece desafiar la gravedad, casi levitando sobre el río que discurre decenas de metros más abajo.
En la actualidad, a pocos metros del monasterio existe una represa, que controla el caudal del otrora inundable río. El monasterio enfrenta al monte sagrado Heng.
Imagen Google Earth.
La configuración del terreno en forma de cañada favorece la creación de fuertes vientos, especialmente en invierno, sin embargo el templo ha podido resistirlos a pesar de los siglos.
Fue construido en 491 y se ha mantenido funcionando hasta nuestros días, aunque con modificaciones y restauraciones durante las dinastías Ming y Qing.
Se dice que se escogió esta ubicación por ser un lugar calmo y silencioso, pues desde su ubicación "todos los sonidos van hacia abajo". Probablemente su ubicación haya tenido también que ver con la sombra que la montaña ofrece, protegiendo el templo de los rayos del sol, así como también protegerse de las inundaciones frecuentes en el valle.En lo personal, me impresionaron dos cosas: en primer lugar su perfecta integración con el entorno, pero a la vez distinguiéndose de él como material construido.En segundo lugar, el extraordinario dominio visual que se tiene del río y el valle, asumiendo el monasterio como un privilegiado punto de observación.La visual del valle es impresionante. En épocas antiguas, éste solía inundarse con frecuencia a causa de un "dragón que agitaba sus aguas". Actualmente se ha cosntruido una represa en las cercanías. La organización se basa en una sucesión de alrededor de 40 estrechos cuartos de madera, que se sostienen sobre largos ydelgados postes y se enlazan por pasillos y puentes a diversos niveles.Por momentos los pasajes al lado del abismo son tan estrechos que no se puede evitar una sensación de vértigo. Para expandir el tamaño de las habitaciones, los monjes excavaron cuevas sobre la roca.En un inusual ejemplo de sincretismo cultural y religioso, el monasterio es a la vez un templo para tres religiones diferentes: el Confucionismo, el Taoísmo y el Budismo. En uno de los ambientes, se encuentran figuras de los líderes de estas religiones, conversando amicalmente, en una muestra de tolerancia religiosa que se encuentra pocas veces en otras partes del mundo.Buda, Confucio y Lao Tzé se veneran conjuntamente en una rara e interesante muestra de tolerancia religiosa.