Hace unos meses, durante el lanzamiento de un shuttle en Cabo Cañaveral, conversaba con Gerhard Daum, un amigo alemán que es comunicador de la ciencia, y coleccionista de objetos específicamente conectados con la historia espacial. Gerhard, quien ha cubierto 42 misiones, desborda pasión por los temas del espacio, habla a mil por hora y hasta por los codos, y en su inglés cargado de fuerte acento alemán, explica cómo quiere contagiar a sus compatriotas, mostrándoles algunos de los objetos que hicieron historia en órbita. Y entonces me contó algo que no le creí. Pensaba que me estaba tomando del pelo. “Estamos comprando el Burán”, me dijo. “Ja, ja. ¡¡Sehr gutt!! Y lo vamos a llevar a Alemania, al Technik Museum Sinsheim & Speyer”. ¿Cómo dijiste? ¿El Burán? ¿El “shuttle” ruso que es sospechosamente parecido al estadounidense? “Ese mismo”, me dijo. Es decir: comprar un objeto que estuvo a bordo de alguna de las cápsulas Apollo es una cosa. Pero, vamos, ¿comprarse el Burán?
Pasé tres meses sin creerle a Gerhard, hasta que me mostró estas fotos, arriba, del mismísimo Burán en una barcaza en el Rin, dirigiéndose hacia su destino final.
Desde que fuera retirado en 1988 tras una serie de 25 pruebas de vuelos atmosféricos, el Burán-Análogo 002, es decir, la versión de pruebas del aparato que habría de volar al espacio, estuvo carcomiéndose en una bodega rusa. Durante años estuvo en venta por Internet, pero nadie quería invertir el mínimo de 6 millones de dólares en este exótico pájaro. Finalmente fue vendido a una compañía australiana que lo tuvo en exhibición en el puerto de Sydney para los olímpicos del año 2000. Pero a los australianos se les acabó el dinero también, y la nave fue a dar a Bahrain, donde se le mostró dentro de un festival de verano. Cuando el dinero escaseó, el pobre Burán languideció, parcialmente desmantelado, dentro de otra bodega, esta vez en un puerto del Golfo Pérsico.
Y entonces el museo Technik, que llevaba 10 años observando el periplo de la nave rusa alrededor del mundo, invirtió un montón de dinero -que estoy por averiguar-, más otros 10 millones de dólares para mantener la exhibición, y simplemente se trajo el Burán a Sinsheim. Y allá, a partir del mes de octubre, estará en compañía de otros aviones tan distinguidos como el Concorde francés y un Tupolev Tu-144 ruso.
La exposición de octubre se llama Space Expo, y además del Burán incluirá una estupenda colección de artefactos relacionados con el espacio, tanto europeos, como estadounidenses. Aunque si conozco bien a Gerhard, no sería de extrañar que se haya conseguido objetos de los japoneses, los chinos y hasta los brasileros…