Existe una criaturilla que se llama
Polypterus senegalus. Es un pez con apariencia de anguila cuya familia lleva 90 y pico millones de años existiendo en charcos de agua dulce y barro en el Senegal, África. El bicho es interesante porque tiene una armadura, al estilo de un antiguo guerrero chino. Algo que era común en los peces de antaño, los pobres que vivían en mares absolutamente aterradores.
Los científicos del
Instituto de Nanotecnologías para Soldados del MIT están interesadísimos en esta especie de “anguila dinosaurio”, no tanto por su evolución como por el material del que están hechas sus escamas:
múltiples capas de 100 millonésimas de metro de grosor. Los ingenieros del MIT descubrieron cómo las capas de material se complementan una a la otra en formas asombrosas para proteger los tejidos blandos dentro del pez, ayudándole a sobrevivir las mordeduras de sus atacantes.
Resulta que las capas protectoras de su armadura están
compuestas de cuatro materiales diferentes, y que su geometría, grosor y la secuencia de capas son tan ingeniosas, que el resultado final es superior. Todo lo que anhelaría un soldado del futuro en una armadura: ligereza, movilidad, protección, lo tiene este humilde habitante de los charcos. “Este conocimiento tan fundamental tiene un potencial enorme en el
desarrollo de materiales estructurales inspirados en la biología”, dice Christine Ortiz, profesora de ingeniería de materiales en MIT.