jueves, 9 de octubre de 2008

Yo, un yoyó para recargar el iPhone

Fuente: buzzynotebooks

A pesar de tus esfuerzos por optimizar la batería del iPhone, terminará por agotarse tarde o temprano. En ese momento podrías acudir a este divertido e inusual cargador de bolsillo. Inusual porque, a diferencia de otros gadgets con esta finalidad, el iYo es un yoyó que reúne energía para el móvil mientras lo bailas en el parque o en el autobús. Lástima que hasta el momento no sea más que un diseño conceptual.

¿Cómo funcionaría este peculiar cargador? Al parecer estaría equipado con una batería de iones de litio, en la que se almacenaría la energía acumulada mientras jugamos con el yoyó. El sistema empleado sería muy parecido al de las manivelas que se usan para alimentar los OLPC, es decir, los famosos portátiles de 100 dólares de Negroponte que nunca pasarán del concepto y la propaganda. Volviendo al yoyó, con unas 30 tiradas ya habría suficiente carga para que funcionase el teléfono táctil de Steve Jobs.

Su creador es el diseñador Peter Thuvander, quien no parece muy entusiasmado con los típicos cargadores solares (o los no tan típicos). No le falta razón en sus argumentos: esos accesorios no funcionan ni de noche ni durante la mitad del año en Suecia, que es donde él reside. El problema es que su cargador exige una cierta habilidad por parte del usuario que muchos perdimos hace años en la infancia.

Puedes ver aquí un vídeo de presentación.


La fórmula genética de la longevidad

Fuente: muy interesante

charlesyogi.jpgCharles Yogi es un veterano atleta hawaiano que, a sus 85 años, es capaz de vencer a contrincantes mucho más jóvenes en una carrera sin perder el aliento. Según revela un estudio con más de 8.000 sujetos varones publicado hoy en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences, parte de su enorme fuerza vital se la debe al gen FOXO3A.

Nuestro código genético, explica el doctor Bradley Willcox, está escrito con un alfabeto químico que incluye cuatro letras: A (adenina), T (timina), C (citosina) y G (guanina). Pues bien, cuando en cierta posición del gen FOXO3A en lugar de la letra T, mayoritaria, aparece la letra G, la posibilidad de llegar sanos a los 90 años aumenta considerablemente. Y puesto que tenemos dos copias para cada gen, si la G aparece en ambas la probabilidad de cumplir los 98 años se dispara. Incluso hay quienes con este perfil genético alcanzan más de 106 años.

Aunque existen ciertos hábitos que ayudan a mantenernos sanos a edades avanzadas, como la dieta o la actividad física, los científicos aseguran que la longevidad depende al menos en un 50 por ciento de factores genéticos hereditarios.