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viernes, 25 de febrero de 2011

Súbditos universitarios

La Ciencia de Tu Vida

La universidad española es una organización medieval: solo se entra por vasallaje. Me explico. Imagine un científico joven que se fue al extranjero a hacer su tesis doctoral. La termina y sigue desarrollando su propia línea de investigación. Pero un día le entra morriña y quiere volver a su país: pide un Ramón y Cajal y, con su currículum, se lo dan. Ahora bien, no tiene contacto alguno en el centro donde quiere incorporarse. Ahí empieza su calvario. Allí se topa con el director de departamento y una larga cohorte de catedráticos y profesores titulares, además de interinos, ayudantes, asociados y becarios esperando una plaza. Su plaza. Él quiere traer su investigación, pero se olvida de una cosa: los faraones aún existen y están en los departamentos universitarios. El director le dice que nones, que si quiere venir a este departamento debe trabajar en su línea de investigación. Los demás le miran como un advenedizo que viene a romper el intricado y sutil entramado de servidumbres que sustenta el sistema.

En la universidad española hay que esperar en la cola a que te toque tu plaza. Da igual que te presentes a oposiciones en otros lugares. Aunque tu currículum sea el mejor, como no tengas padrinos estás (casi) sentenciado. Toda plaza está asignada y ya se encargará el sistema de que caiga en sus manos. Es parte de la tradición universitaria.

Para ser profesor no se necesita ser un excelente investigador, ni tan siquiera uno bueno. Únicamente no tienes que cagarla. Al terminar la carrera entras en un departamento y rindes pleitesía a uno de sus popes. Debes asumir que eres el becario para todo y trabajar para que tu jefe produzca artículos que realmente serán tuyos. Si aguantas modosito en la fila y no das problemas, accederás a una plaza cuando llegue tu turno.

Este es el problema de la universidad española. En la clasificación de las mejores del mundo la primera que aparece es la de Barcelona, en el puesto 142. No hay ninguna entre las 50 mejores del mundo en ciencia y tecnología. ¿Es un problema de cabezas, de que somos tontitos? No. Es un problema de funcionamiento, de que nuestras universidades se rigen por principios de servilismo. Es algo que no tiene solución. Nadie de dentro querrá hacer nada: ni los nobles que viven de ello, ni los vasallos que esperan su turno. La universidad española es como un cementerio: si quieres cambiar algo no puedes contar con los que están dentro.

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viernes, 18 de junio de 2010

Réquiem por Saramago

 Muere José Saramago, escritor de lucidez y compromiso

saramago

El escritor portugués José Saramago ha fallecido en la isla de Lanzarote a la edad de 87 años. La muerte se produjo pasadas las 13.00 horas (hora peninsular), cuando el escritor se encontraba en su residencia canaria, acompañado por su mujer y traductora, Pilar del Río. Ahora, le esperan unas exequias que se celebrarán en Lisboa, adonde será trasladado en una fecha aún no determinada por un avión que el Gobierno portugués enviará expresamente a Lanzarote.

José Saramago había pasado una noche tranquila. Tras desayunar con normalidad y haber mantenido una conversación con su esposa, comenzó a sentirse mal y al poco tiempo falleció, según explicó la familia.

Saramago, el primer escritor en lengua portuguesa en recibir el Premio Nobel de Literatura en 1992, se había reincorporado a la vida pública en 2008, después de sufrir una larga enfermedad respiratoria que ya lo tuvo al borde de la muerte.

El autor nació en 1922 en el caserío de Azinhaga, un villorrio a 120 kilómetros al norte de Lisboa. En la infancia, la familia del escritor se trasladó a Lisboa donde su padre se empleó de policía, pero Saramago siempre mantuvo su vínculo con su tierra.

Una juventud marcada por la precariedad

La juventud de Saramago estuvo marcada por la precariedad familiar. Estudió en una escuela técnica, empezó a escribir en el 'Diário de Notícias', y, a partir de 1976, se dedicó exclusivamente a la literatura.

Antes de dedicarse de lleno a la literatura, Saramago ejerció como cerrajero, mecánico, editor y periodista, pero fue en 1947 cuando hizo realidad su mayor ilusión, la de ser escritor, publicando la novela "Tierra de pecado".

Afiliado al Partido Comunista Portugués desde 1969, entre 1966 y 1975, y tras un largo silencio, publicó los poemarios 'Poemas posibles', 'Probablemente alegría' y 'El año de 1993'.

Tras varias novelas y textos teatrales, en 1982 le llegó la popularidad internacional con 'Memorial del convento', un prestigio que consolidó con títulos como 'La balsa de piedra' (1986), la pieza teatral 'La segunda vida de Francisco de Asís' (1987) e 'Historia del Cerco de Lisboa' (1989).

En 1991, Saramago se trasladó a Lanzarote por las críticas que recibió su 'El Evangelio según Jesucristo'. Tras publicar su cuarta obra de teatro, 'In nomine Dei', entró a formar parte del Parlamento Internacional de Escritores.

Ganador del Premio Camoens en 1995, ese mismo año inició la trilogía formada por 'Ensayo sobre la ceguera', 'Todos los nombres' y 'Ensayo sobre la lucidez'. En 2008 comenzó a publicar su blog, 'El cuaderno', y el año pasado presentó su última novela, 'Caín'.

Una mujer, ante el féretro del escritor. | Afp

Una mujer, ante el féretro del escritor. | Afp

Fuente: http://www.elmundo.es/elmundo/2010/06/18/cultura/1276864253.html

domingo, 31 de enero de 2010

No al paro

saramagoFuente: José Saramago, en El Cuaderno de Saramago

Ante las manifestaciones que se están preparando en toda Europa de protesta por el desempleo, escribí, a petición de un grupo de sindicalistas, el texto que a continuación se reproduce.

No al Paro

La gravísima crisis económica y financiera que está convulsionando el mundo nos trae la angustiosa sensación de que hemos llegado al final de una época sin que se consiga vislumbrar qué y cómo será lo que venga a continuación.

¿Qué hacemos nosotros, que presenciamos, impotentes, al avance aplastante de los grandes potentados económicos y financieros, locos por conquistar más y más dinero, más y más poder, con todos los medios legales o ilegales a su alcance, limpios o sucios, normalizados o criminales?

¿Podemos dejar la salida de la crisis en manos de los expertos? ¿No son ellos precisamente, los banqueros, los políticos de máximo nivel mundial, los directivos de las grandes multinacionales, los especuladores, con la complicidad de los medios de comunicación social, los que, con la soberbia de quien se considera poseedor de la última sabiduría, nos mandaban callar cuando, en los últimos treinta años, tímidamente protestábamos, diciendo que nosotros no sabíamos nada, y por eso nos ridiculizaba? Era el tiempo del imperio absoluto del Mercado, esa entidad presuntamente auto- reformable y auto-regulable encargada por el inmutable destino de preparar y defender para siempre jamás nuestra felicidad personal y colectiva, aunque la realidad se encargase de desmentirlo cada hora que pasaba.

¿Y ahora, cuando cada día aumenta el número de desempleados? ¿Se van a acabar por fin los paraísos fiscales y las cuentas numeradas? ¿Será implacablemente investigado el origen de gigantescos depósitos bancarios, de ingenierías financieras claramente delictivas, de inversiones opacas que, en muchos casos, no son nada más que masivos lavados de dinero negro, del narcotráfico y otras actividades canallas? ¿Y las expedientes de crisis, hábilmente preparados para beneficio de los consejos de administración y en contra de los trabajadores?

¿Quién resuelve el problema de los desempleados, millones de víctimas de la llamada crisis, que por la avaricia, la maldad o la estupidez de los poderosos van a seguir desempleados, malviviendo temporalmente de míseros subsidios del Estado, mientras los grandes ejecutivos y administradores de empresas deliberadamente conducidas a la quiebra gozan de cantidades millonarias cubiertas por contratos blindados?

Lo que está pasando es, en todos los aspectos, un crimen contra la humanidad y desde esta perspectiva debe ser analizado en los foros públicos y en las conciencias. No es exageración. Crímenes contra la humanidad no son solo los genocidios, los etnocidios, los campos de muerte, las torturas, los asesinatos selectivos, las hambres deliberadamente provocadas, las contaminaciones masivas, las humillaciones como método represivo de la identidad de las víctimas. Crimen contra la humanidad es también el que los poderes financieros y económicos, con la complicidad efectiva o tácita de los gobiernos, fríamente han perpetrado contra millones de personas en todo el mundo, amenazadas de perder lo que les queda, su casa y sus ahorros, después de haber perdido la única y tantas veces escasa fuente de rendimiento, es decir, su trabajo.

Decir “No al paro” es un deber ético, un imperativo moral. Como lo es denunciar que esta situación no la generaron los trabajadores, que no son los empleados los que deben pagar la estulticia y los errores del sistema.

Decir “No al paro” es frenar el genocidio lento pero implacable al que el sistema condena a millones de personas. Sabemos que podemos salir de esta crisis, sabemos que no pedimos la luna. Y sabemos que tenemos voz para usarla. Frente a la soberbia del sistema, invoquemos nuestro derecho a la crítica y nuestra protesta. Ellos no lo saben todo. Se han equivocado. Nos han engañado. No toleremos ser sus víctimas.

José Saramago

Las imágenes no corresponden al artículo original

lunes, 12 de octubre de 2009

Test de “estima sacerdotal”

Fuente: loquemetocaloscojones

Con motivo del año sacerdotal, convocado por Benedicto XVI, monseñor José Ignacio Munilla (Dios, si es que da grima mirarlo) obispo de Palencia (España), ha presentado un test de "estima sacerdotal" que sirve para valorar el aprecio que la secta más grande y con mas seguidores del mundo tiene hacia sus lideres espirituales.
¿Queremos a nuestros sacerdotes?
Yo si, pero lejos de mis hij@s.

* * *

1.- ¿Has rezado últimamente por tu párroco, por tu obispo o por el Papa?
a. Ni jarto de la sangre de Cristo.
b. En la Misa ya nos suelen pedir para sus vicios.
c. Lo hago todos los días en mi oración personal mientras me toco.


2.- ¿Has abierto tu conciencia a un sacerdote, confiando en que pueda ayudarte en tus problemas?
a. Lo que el sacerdote me pide es que le abra mi culo.
b. "Ese ojete lo quiero yo"... Siempre es conveniente escuchar y acoger los consejos de quien pueda ayudarnos.
c. La mayor ayuda que he recibido de un sacerdote ha sido cuando sus consejos venían unidos al perdón de Dios en el sacramento de la Confesión, mientras me tocaba en el confesionario.

3.- Cuando entre tus amistades escuchas comentarios anticlericales...
a. Coincidimos en que no entendemos como puede haber tanto pederasta suelto.
b. Me he hecho el sordo, y a otra cosa, mariposa.
c. He dicho lo que pensaba, dando testimonio de mi fe, y al llegar a casa me he tocado pensando en mi párroco.

4.- En un sacerdote veo...
a. Un pederasta y un sinvergüenza.
b. Un "profesional" del engaño.
c. Un ministro de Dios; "otro Cristo" entre nosotros, a la vez que me toco abrazando un crucifijo.

5.- ¿Cuántas veces has invitado al párroco a tu casa?
a. ¡¡¡JAMAS!!! Tengo hij@s.
b. Cuando están los nietecitos con nosotros, suele traer su bolsa de golosinas.
c. Varias veces... Me encantó cuando nos relató en una sobremesa la historia de su vocación, mientras me tocaba debajo de la mesa.

6.- Cuando oyes a un sacerdote predicar...
a. Me dan ganas de vomitar
b. Le escucho si el tema del que habla no es lo que le gustan los niños.
c. Veo en él un instrumento por el que Dios me habla, mientras me amorro al instrumento.

7.- Cuando se hace una colecta en favor de los seminarios...
a. No doy ni un duro con la esperanza de que, algún día, desaparezcan para siempre.
b. Mientras no me pidan que me baje los pantalones…
c. Colaboro gustosamente, porque pienso que ninguna vocación debería frustrarse por falta de medios económicos, mientras me toco pensando en los seminaristas.

8.- Cuando veo un sacerdote anciano en la Iglesia o por la calle...
a. Vigilo donde están mis hijos.
b. Lo importante es echarse una buena siesta en misa.
c. Doy gracias a Dios por su fidelidad y por todo el bien que haya podido hacer, mientras me toco, me ponen los viejecitos con tunica.

9.- Cuando veo un sacerdote joven en el altar...
a. Vigilo donde están mis hijos y apoyo el culo contra la pared.
b. Le observo a ver cómo lo hace, y le animo a que lo deje.
c. Doy gloria a Dios por su vocación y le encomiendo intensamente mientras me toco detrás de los bancos.

10.- ¿Cómo reaccionarías si tu hijo te dijese que quiere ser sacerdote?
a. Lo ingresaría en una clínica para que le aplicaran un tratamiento contra la pederastia. Que estas cosas hay que cogerlas a tiempo.
b. Le pediría que se lo pensase bien y le enseñaría todo el mal que ha hecho y hace la iglesia en el mundo.
c. Me llevaría una de las alegrías más grandes de mi vida, y le apoyaría plenamente... No, no me tocaría pensando en mi hijo, pero si en el párroco que le llevaría por el camino de la perdición.

11.- ¿Le has planteado a algún niño, adolescente, o joven, la posibilidad de ser sacerdote el día de mañana?
a. ¿Pero tu me ves a mi cara de pervertidor de menores…?
b. Soy de la opinión de que hay que valorar todas las vocaciones, pero como esto es una aberración...
c. Sí que me he fijado en alguien concreto, y rezo por él mientras me toco... Un día de estos se lo "dejaré caer".

12.- ¿Qué piensas de la expresión del Santo Cura de Ars: "El sacerdote es el amor del Corazón de Jesús"?
a. Me parece el lema de una secta.
b. Pienso que eso sólo se podría decir en un pabellón psiquiátrico.
c. Creo que es exactamente así, aunque, mientras me toco "lleven este tesoro en vasijas de barro" (2 Co 4, 7).

Evaluemos qué tal te ha ido:
Si la letra "a" aparece en la mayoría de tus respuestas..., me sorprende que este test haya llegado a tus manos; pero le doy gracias a Dios de que así haya sido, para poder decirte como sacerdote que soy, que Dios te quiere con locura y que espera de ti una respuesta de amor.

Si a la mayoría de las preguntas has respondido con la "b", me gustaría decirte que no estás disfrutando de los tesoros que Dios te ofrece por medio del sacerdocio.

Pero, si la letra "c" es la tuya... entonces te digo que no dejes de rogar a Dios por la santificación de los sacerdotes y por el aumento de vocaciones sacerdotales, porque estoy segurísimo, de que, a ti, Dios te va a escuchar.

* * *

PD: Os juro que la evaluación del test no la he escrito yo, de verdad…
Besos y abrazos a casi tod@s.

sábado, 15 de agosto de 2009

Africa

Fuente: José Saramago, en El Cuaderno de Saramago

En África, dijo alguien, los muertos son negros y las armas son blancas. Sería difícil encontrar una síntesis más perfecta de la sucesión de desastres que fue y sigue siendo, desde hace siglos, la existencia en el continente africano. El lugar del mundo donde se cree que la humanidad nació no era ciertamente el paraíso terrenal cuando los primeros “descubridores” europeos desembarcaron (al contrario de lo que dice el mito bíblico, Adán no fue expulsado del edén, simplemente nunca entró en él), pero con la llegada del hombre blanco se abrieron de par en par, para los negros, las puertas del infierno.

Esas puerta siguen implacablemente abiertas, generaciones y generaciones de africanos han sido lanzadas a la hoguera ante la apenas disimulada indiferencia o la impúdica complicidad de la opinión pública mundial. Un millón de negros muertos por la guerra, por el hambre o por enfermedades que podrían haber sido curadas, pesará siempre menos en la balanza de cualquier país dominador y ocupará menos espacio en los noticiarios que las quince víctimas de un serial killer.

http://www.britsattheirbest.com/images/f_slavery_boy_map_africa.jpg

Sabemos que el horror, en todas sus manifestaciones, las más crueles, las más atroces e infames, barre y asola todos los días, como una maldición, nuestro desgraciado planeta, pero África parece haberse convertido en su espacio preferido, en su laboratorio experimental, el lugar donde el horror se siente más a sus anchas para cometer ofensas que creíamos inconcebibles, como si los pueblos africanos hubiesen sido señalados al nacer con un destino de cobayas, sobre las que, por definición, todas las violencias serían permitidas, todas las torturas justificadas, todos los crímenes absueltos.

Contra lo que ingenuamente muchos se obstinan en creer, no habrá un tribunal de Dios o de la Historia para juzgar las atrocidades cometidas por hombres sobre otros hombres. El futuro, siempre tan disponible para decretar esa modalidad de amnistía general que es el olvido disfrazado de perdón, también es hábil en homologar, tácita o explícitamente, cuando tal convenga a los nuevos arreglos económicos, militares o políticos, la impunidad de por vida a los autores directos e indirectos de las más monstruosas acciones contra la carne y el espíritu.

Es un error entregarle al futuro el encargo de juzgar a los responsables del sufrimiento de las víctimas de ahora, porque ese futuro no dejará de hacer también sus víctimas e igualmente no resistirá la tentación de posponer para otro futuro aun más lejano el mirífico momento de la justicia universal en que muchos de nosotros fingimos creer como la manera más fácil, y también la más hipócrita, de eludir responsabilidades que solo a nosotros nos caben, a este presente que somos. Se puede comprender que alguien se disculpe alegando: “No lo sabia”, pero es inaceptable que digamos: “Prefiero no saberlo”. El funcionamiento del mundo dejó de ser el completo misterio que fue, las palancas del mal se encuentran a la vista de todos, para las manos que las manejan ya no hay guantes suficientes que les oculten las manchas de sangre.

Debería por tanto ser fácil para cualquiera una elección entre el lado de la verdad y el lado de la mentira, entre el respeto humano y el desprecio por el otro, entre los que están por la vida y los que están contra ella. Desgraciadamente las cosas no siempre suceden así.

El egoísmo personal, la comodidad, la falta de generosidad, las pequeñas cobardías de lo cotidiano, todo esto contribuye para esa perniciosa forma de ceguera mental que consiste en estar en el mundo y no ver el mundo, o solo ver lo que, en cada momento, sea susceptible de servir a nuestros intereses. En tales casos solo podemos desear que la conciencia venga, nos tome por el brazo, nos sacuda y nos pregunte a quemarropa: “¿Adónde vas? ¿Qué haces? ¿Quién te crees que eres?”. Una insurrección de las conciencia libres es lo que necesitaríamos. ¿Será todavía posible?

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sábado, 16 de mayo de 2009

Geometría fractal

Fuente: José Saramago, en El Cuaderno de Saramago

Así como el señor Jourdain de Molière hacía prosa sin saberlo, hubo un momento en mi vida en que, sin darme cuenta del fenómeno, me encontré metido en algo tan misterioso como la geometría fractal, de la que, escusado será decirlo, ignoraba todo.

Eso ocurrió allá por el año 99, cuando un geómetra español, Juan Manuel García-Ruiz, me escribió pidiendo mi atención para un ejemplo de geometría fractal presente en mi libro Todos los nombres. Me indicaba el párrafo en cuestión, el cual reza así: “Observado desde el aire… parece un árbol tumbado, con un tronco corto y grueso, constituido por el núcleo central de sepulturas, de donde arrancan cuatro poderosas ramas, contiguas en su nacimiento, aunque después, en bifurcaciones sucesivas, se extienden hasta perderse de vista, formando… una frondosa copa en que la vida y la muerte se confunden”. No pensé en mudar de oficio, pero todos mis amigos notaron que había una convicción nueva en mi espíritu, una especie de encuentro en el camino de Damasco.

Durante aquellos días me codeé con los mejores geómetras del mundo, nada más, nada menos. A lo que ellos llegaron a costa de mucho estudio, lo alcancé yo gracias a un golpe de intuición científica, del que, hablando francamente, a pesar del tiempo pasado, todavía no me he recompuesto. Diez años después, acabo de sentir la misma emoción ante un libro titulado Armonía Fractal – De Doñana a las marismas del que Juan Manuel es autor, junto a su colega Héctor Garrido. Las ilustraciones son, en muchos casos extraordinarias, los textos de una precisión científica nada incompatibles con la belleza de las formas y de los conceptos. Cómprenlo y regálense. Es una autoridad quien lo recomienda…

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viernes, 20 de marzo de 2009

Ateos

Fuente: José Saramago, en El Cuaderno de Saramago

Enfrentémonos a los hechos. Hace años (muchos ya), el famoso teólogo suizo Hans Küng escribió esta verdad: “Las religiones nunca han servido para aproximar a los seres humanos los unos a los otros”. Jamás se dijo nada tan verdadero. Aquí no se niega (seria absurdo pensarlo) el derecho que cada uno tiene de adoptar la religión que más le apetezca, desde las más conocidas a las menos frecuentadas, se
guir sus preceptos o dogmas (cuando los haya), ni siquiera se cuestiona el recurso a la fe como justificación suprema y, por definición (como demasiado bien sabemos), cerrada al raciocinio más elemental. Es posible que la fe mueva montañas, no hay información de que tal haya sucedido alguna vez, pero eso no prueba nada, dado que Deus nunca ha estado dispuesto a experimentar sus poderes en ese tipo de operación geológica.

Lo que sí sabemos es que las religiones no sólo no aproximan a los seres humanos, sino que viven, las religiones, en estado de permanente enemistad mutua, pese a todas las arengas pseudo ecuménicas que las conveniencias de unos y otros consideren provechosas por ocasionales y pasajeras razones tácticas. Las cosas son así desde que el mundo es mundo y no se ve ningún indicio de que vayan a cambiar. Salvo la obvia idea de que el planeta sería mucho más pacífico si todos fuésemos ateos. Claro que, siendo la naturaleza humana lo que es, no nos faltarían otros motivos para todos los desacuerdos posibles e imaginables, pero nos libertaríamos de esa idea infantil y ridícula de creer que nuestro dios es el mejor de los demás dioses que andan por ahí y de que el paraíso que nos espera es un hotel de cinco estrellas. Es más, creo que reinventaríamos la filosofía.

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domingo, 15 de marzo de 2009

Plumas chinas

Fuente: José Saramago, en El Cuaderno de Saramago

Meter una langosta viva en agua hirviendo y cocerla es una vieja práctica culinaria en el mundo occidental. Parece que si la langosta fuera muerta al baño, el sabor final sería diferente, para peor. Hay también quien diga que el rubicundo color rojizo con el que el crustáceo sale de la cazuela se debe justamente a la altísima temperatura del agua. No lo sé, hablo de oídas, soy incapaz de freír convenientemente un huevo.

Un día vi en un documental como alimentan a los pollos, como los matan y destrozan, y poco me faltó para vomitar. Y otro día, que no se me borra de la memoria, leí en una revista un artículo sobre la utilidad de los conejos en las fábricas de cosméticos, y así supe que las pruebas para evitar cualquier posible irritación causada por los ingredientes de los champus se realizan aplicándolos directamente en los ojos a estos animales, según el estilo del nefasto Dr. Muerte, que inyectaba petróleo en el corazón de sus víctimas.

Ahora, una corta noticia aparecida en los periódicos me informa de que, en China, las plumas de aves destinadas al relleno de las almohadas se arrancan así mismo, al vivo, después de limpias, desinfectadas y exportadas para delicia de las sociedades civilizadas que saben lo que es bueno y está de moda. No lo comento, no merece la pena, estas plumas bastan.

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lunes, 9 de marzo de 2009

Malos tratos

Fuente: José Saramago, en El Cuaderno de Saramago

En líneas generales se me conoce como pesimista. Pese a lo que alguna vez haya podido parecer, dada la insistencia con que afirmo mi radical escepticismo sobre la posibilidad de alguna mejora efectiva y substancial de la especie en aquello que en tiempos no muy distantes se llamó progreso moral, preferiría ser optimista, aunque fuera sólo para conservar la esperanza de que el sol, porque ha nacido todos los días hasta hoy, nacerá también mañana. Nacerá, pero llegará también el día en que se acabe. El motivo de estas reflexiones de apertura es el mal trato conyugal o extraconyugal, la insana persecución de la mujer por el hombre, sea marido, novio o amante.

La mujer, históricamente sometida al poder masculino, ha sido reducida a algo sin mayor utilidad que la de ser criada del hombre y simple restauradora de su fuerza de trabajo, e, incluso ahora, cuando la vemos por todas partes, liberada de algunas ataduras, ejercer actividades que la vanidad masculina presumía que eran exclusivas del varón, parece que no queremos enterarnos de que la abrumadora mayoría de las mujeres siguen viviendo dentro de un sistema de relaciones poco menos que medievales. Son apaleadas, brutalizadas sexualmente, esclavizadas por tradiciones, costumbres y obligaciones que ellas no eligieron y que siguen manteniéndolas sometidas a la tiranía masculina. Y, cuando llega la hora, las matan.

La escuela finge ignorar esta realidad, lo que no puede sorprendernos si pensamos que la capacidad formativa de la enseñanza se encuentra reducida al cero absoluto. La familia, lugar por excelencia de todas las contradicciones, nido perfecto de egoísmos, empresa en quiebra permanente, está viviendo la más grave crisis de toda su historia. Los Estados parten del exacto principio de que todos tendremos que morir y de que las mujeres no podrían ser excepción. Para algunas imaginaciones delirantes, morir a manos del marido, del novio o del amante, a tiros o a navajazos, tal vez sea la mayor prueba de amor mutuo, él matando, ella muriendo. Para las tinieblas de la mente humana todo es posible.

¿Qué hacer? Otros lo sabrán aunque no lo hayan dicho. Puesto que la delicada sociedad en que vivimos se escandalizaría con medidas de exclusión permanente para los autores de este tipo de crímenes, por lo menos que se agraven hasta el máximo las penas de prisión, excluyendo drásticamente las reducciones de pena por buen comportamiento. Por buen comportamiento, por favor, no me hagan reír.

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sábado, 7 de marzo de 2009

Los Amos del Mundo, por Arturo Pérez-Reverte hace más de una década

Publicado en 'El Semanal XL' el 15 de Noviembre de 1998, este artículo de Arturo Pérez Reverte es toda una profecía del célebre escritor. No tiene desperdicio.

Fuente: Arturo Pérez Reverte
Los Amos del Mundo.

Usted no lo sabe, pero depende de ellos. Usted no los conoce ni se los cruzará en su vida, pero esos hijos de la gran puta tienen en las manos, en la agenda electrónica, en la tecla antro del computador, su futuro y el de sus hijos.

Usted no sabe qué cara tienen, pero son ellos quienes lo van a mandar al paro en nombre de un tres punto siete, o un índice de probabilidad del cero coma cero cuatro.

Usted no tiene nada que ver con esos fulanos porque es empleado de una ferretería o cajera de Pryca, y ellos estudiaron en Harvard e hicieron un máster en Tokio, o al revés, van por las mañanas a la Bolsa de Madrid o a la de Wall Street, y dicen en inglés cosas como long-term capital management , y hablan de fondos de alto riesgo, de acuerdos multilaterales de inversión y de neoliberalismo económico salvaje, como quien comenta el partido del domingo.

Usted no los conoce ni en pintura, pero esos conductores suicidas que circulan a doscientos por hora en un furgón cargado de dinero van a atropellarlo el día menos pensado, y ni siquiera le quedará el consuelo de ir en la silla de ruedas con una recortada a volarles los huevos, porque no tienen rostro público, pese a ser reputados analistas, tiburones de las finanzas, prestigiosos expertos en el dinero de otros. Tan expertos que siempre terminan por hacerlo suyo. Porque siempre ganan ellos, cuando ganan; y nunca pierden ellos, cuando pierden.

No crean riqueza, sino que especulan. Lanzan al mundo combinaciones fastuosas de economía financiera que nada tienen que ver con la economía productiva. Alzan castillos de naipes y los garantizan con espejismos y con humo, y los poderosos de la Tierra pierden el culo por darles coba y subirse al carro.

Esto no puede fallar, dicen. Aquí nadie va a perder. El riesgo es mínimo. Los avalan premios Nóbel de Economía, periodistas financieros de prestigio, grupos internacionales con siglas de reconocida solvencia.

Y entonces el presidente del banco transeuropeo tal, y el presidente de la unión de bancos helvéticos, y el capitoste del banco latinoamericano, y el consorcio euroasiático, y la madre que los parió a todos, se embarcan con alegría en la aventura, meten viruta por un tubo, y luego se sientan a esperar ese pelotazo que los va a forrar aún más a todos ellos y a sus representados.

Y en cuanto sale bien la primera operación ya están arriesgando más en la segunda, que el chollo es el chollo, e intereses de un tropecientos por ciento no se encuentran todos los días. Y aunque ese espejismo especulador nada tiene que ver con la economía real, con la vida de cada día de la gente en la calle, todo es euforia, y palmaditas en la espalda, y hasta entidades bancarias oficiales comprometen sus reservas de divisas. Y esto, señores, es Jauja.

Y de pronto resulta que no. De pronto resulta que el invento tenía sus fallos, y que lo de alto riesgo no era una frase sino exactamente eso: alto riesgo de verdad. Y entonces todo el tinglado se va a tomar por el saco. Y esos fondos especiales, peligrosos, que cada vez tienen más peso en la economía mundial, muestran su lado negro. Y entonces, ¡oh, prodigio!, mientras que los beneficios eran para los tiburones que controlaban el cotarro y para los que especulaban con dinero de otros, resulta que las pérdidas, no.

Las pérdidas, el mordisco financiero, el pago de los errores de esos pijolandios que juegan con la economía internacional como si jugaran al Monopoly, recaen directamente sobre las espaldas de todos nosotros. Entonces resulta que mientras el beneficio era privado, los errores son colectivos, y las pérdidas hay que socializarlas, acudiendo con medidas de emergencia y con fondos de salvación para evitar efectos dominó y chichis de la Bernarda..

Y esa solidaridad, imprescindible para salvar la estabilidad mundial, la paga con su pellejo, con sus ahorros, y a veces con su puesto de trabajo, Mariano Pérez Sánchez, de profesión empleado de comercio, y los millones de infelices Marianos que a lo largo y ancho del mundo se levantan cada día a las seis de la mañana para ganarse la vida.

Eso es lo que viene, me temo. Nadie perdonará un duro de la deuda externa de países pobres, pero nunca faltarán fondos para tapar agujeros de especuladores y canallas que juegan a la ruleta rusa en cabeza ajena.

Así que podemos ir amarrándonos los machos. Ése es el panorama que los amos de la economía mundial nos deparan, con el cuento de tanto neoliberalismo económico y tanta mierda, de tanta especulación y de tanta poca vergüenza.

Arturo Pérez Reverte

viernes, 6 de marzo de 2009

Susi

Fuente: José Saramago, en El Cuaderno de Saramago

Si yo pudiera, cerraría todos los zoológicos del mundo. Si yo pudiera, prohibiría la utilización de animales en los espectáculos de circo. No debo ser el único que piensa así, pero me arriesgo a recibir la protesta, la indignación, la ira de la mayoría a los que les encanta ver animales detrás de verjas o en espacios donde apenas pueden moverse como les pide su naturaleza. Esto en lo que tiene que ver con los zoológicos. Más deprimentes que esos parques, son los espectáculos de circo que consiguen la proeza de hacer ridículos los patéticos perros vestidos con faldas, las focas aplaudiendo con las aletas, los caballos empenachados, los macacos en bicicleta, los leones saltando arcos, las mulas entrenadas para perseguir figurantes vestidos de negro, los elefantes haciendo equilibrio sobre esferas de metal móviles. Que es divertido, a los niños les encanta, dicen los padres, quienes, para completa educación de sus vástagos, deberían llevarlos también a las sesiones de entrenamiento (¿o de tortura?) suportadas hasta la agonía por los pobres animales, víctimas inermes de la crueldad humana. Los padres también dicen que las visitas al zoológico son altamente instructivas. Tal vez lo hayan sido en el pasado, e incluso así lo dudo, pero hoy, gracias a los innúmeros documentales sobre la vida animal que las televisiones pasan a todas horas, si es educación lo que se pretende, ahí está a la espera.

Se podrá preguntar a propósito de qué viene esto, y responderé ya. En el zoológico de Barcelona hay una elefanta solitaria que se está muriendo de pena y de las enfermedades, principalmente infecciones intestinales, que más pronto o más tarde atacan a los animales privados de libertad. La pena que sufre, no es difícil imaginarlo, es consecuencia de la reciente muerte de otra elefanta que con la Susi (este es el nombre que le pusieron a la triste abandonada) compartía en un más que reducido espacio. El suelo que pisa es de cemento, lo peor para las sensibles patas de estos animales que tal vez tengan todavía en la memoria la blandura del suelo de las sabanas africanas. Sé que el mundo tiene problemas más graves que estar ahora preocupándonos con el bienestar de una elefanta, pero la buena reputación de que goza Barcelona comporta obligaciones, y ésta, aunque pueda parecer una exageración mía, es una de ellas. Cuidar a Susi, darle un fin de vida más digno que verla acantonada en un espacio reducidísimo y teniendo que pisar ese suelo del infierno que para ella es el cemento. ¿A quién debo apelar? A la dirección del zoológico? ¿Al ayuntamiento? ¿A la Generalitat?

Postdata: Dejo aquí una foto. Igual que en Barcelona hay grupos – gracias - que se apiadan de Susi, en Australia también un ser humano se ha compadecido de un marsupial, víctima de estos últimos incendios. La foto no puede ser más emocionante.

koala

domingo, 15 de febrero de 2009

Pan

Fuente: José Saramgo, en El Cuaderno de Saramago

¿Habrá leído el dignísimo fiscal de Badalona Los Miserables de Víctor Hugo, o pertenece a esa parte de la humanidad que cree que la vida se aprende en los códigos? La pregunta obviamente es retórica y, si la hago, es sólo para facilitar la entrada en la materia. Así, el lector ilustrado sabe desde ya que el tal fiscal podría ser, con entera justicia, una de las figuras que Víctor Hugo plantó en su libro, la del acusador público. El protagonista de la historia, Jean Valjean (¿le suena este nombre, señor fiscal?), fue acusado de haber robado (y de hecho había robado) un pan, crimen que le costó casi una vida de reclusión dadas las sucesivas condenas motivadas por las repetidas tentativas de fuga, más logradas unas que otras.

Jean Valjean sufría de una enfermedad que ataca mucho a la población reclusa, el ansia de libertad. El libro es enorme, de esos de los que hoy se dice que le sobran páginas, y seguramente no le interesará al señor fiscal que con probabilidad ya no está en edad de leerlo:
Los Miserables es lectura de juventud, después llega el cinismo y son pocos los adultos que tienen paciencia para interesarse por la miseria y por las desventuras de Jean Valjean.

Pese a todo, también puede suceder que yo esté equivocado: tal vez el señor fiscal haya leído
Los Miserables… Si es así, permítame una pregunta: ¿como osa (si el verbo le parece demasiado fuerte que use cualquiera de los equivalentes) pedir un año y medio de prisión para el mendigo que en Badalona intentó robar una “baguette”, y digo intentó porque sólo consiguió llevarse la mitad? ¿Cómo lo hace? ¿Será porque, en vez de un cerebro, tiene en su cráneo, como único mobiliario, un código? Acláremelo, por favor, para que comience a preparar mi defensa por si alguna vez me tengo que enfrentar a un ejemplar da su especie.

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lunes, 9 de febrero de 2009

Vaticanadas

Fuente: José Saramago, en El Cuaderno de Saramago

O vaticanerías. No consigo ver a los señores cardenales y a los señores obispos trajeados con un lujo que escandalizaría al pobre Jesús de Nazaret, apenas cubierto con su túnica de pésimo paño, por muy inconsútil que fuera y seguramente no lo era, sin recordar el delirante desfile de moda eclesiástica que Fellini, genialmente, colocó en Ocho y Medio para su y nuestro disfrute. Estos señores se suponen investidos de un poder que sólo nuestra paciencia ha hecho perdurar. Se dicen representantes de Deus en la tierra (nunca lo han visto y no tienen la menor prueba de su existencia) y se pasean por el mundo sudando hipocresía por todos los poros.

Tal vez no mientan siempre, pero cada palabra que dicen o escriben lleva por detrás otra pegada que la niega o limita, que la disimula o pervierte. A esto ya muchos más o menos nos habíamos habituado antes de pasar a la indiferencia, cuando no al desprecio. Se dice que la asistencia a los actos religiosos va disminuyendo rápidamente, pero me permito apuntar que también es menor el número de personas que, aun no siendo creyentes, entran en una iglesia para disfrutar de la belleza arquitectónica, de las pinturas y esculturas, de todo ese escenario que la falsedad de la doctrina que lo sustenta al final no merece.

Los señores cardenales y los señores obispos, incluyendo obviamente al papa que los gobierna, no están nada tranquilos. Pese a vivir como parásitos de la sociedad civil, las cuentas no les salen. Ante el lento aunque implacable hundimiento de este Titanic que es la iglesia católica, el papa y sus acólitos, nostálgicos del tiempo en que imperaban, en criminal complicidad, el trono y el altar, recurren ahora a todos los medios, incluyendo el chantaje moral, para inmiscuirse en la gobernación de los países, en especial aquellos que, por razones históricas y sociales, todavía no han osado cortar las amarras que sieguen atándolos a la institución vaticana.

Me entristece ese temor (¿religioso?) que parece paralizar al gobierno español siempre que tiene que enfrentarse no sólo a enviados papales, sino también a los “papas” domésticos. Y digo todavía más: como persona, como intelectual, como ciudadano, me ofende la displicencia con que el papa y su gente trata al gobierno de Rodríguez Zapatero, ese que el pueblo español eligió con entera conciencia. Por lo visto, parece que alguien tendrá que tirarle un zapato a uno de esos cardenales.

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martes, 20 de enero de 2009

¡Basta ya de física teórica!

He de reconocer que cada año me interesan menos los premios Nobel de Física. Me estaré haciendo mayor, porque en mis tiempos de universidad me lanzaba como un poseso en busca de toda la información disponible en cuanto eran concedidos. Hoy únicamente me asomo para ver a qué físico teórico se lo han concedido. Es normal mi comportamiento de antaño, teniendo en cuenta que hice el doctorado en ese campo…

Mirando los más de 100 años de vida del premio se descubre que los sucesivos miembros del comité Nobel, procedentes de la Academia de Ciencias sueca, tienen predilección por ciertos temas… y por “olvidarse” de premiar a quien también se lo merece, como ha sucedido en el último. En física teórica hay un mecanismo para entender las simetrías subyacentes de la naturaleza que recibe el nombre de mecanismo CKM en honor a sus autores: Cabbibo, Kobayashi (un nombre harto conocido entre los fans de Star Trek) y Maskawa. El primero, italiano, es considerado el verdadero padre de la criatura y por ese motivo ha sido desterrado del premio. De este modo los suecos mantienen su honorable tradición de dejar fuera a los progenitores de las ideas merecedoras del Nobel. El británico Fred Hoyle seguro que sonríe en su tumba. Padre, ideólogo y el que hizo casi todos los cálculos pertinentes para describir la nucleosíntesis estelar (el verdadero origen de los elementos químicos), el premio se lo dieron a quien menos trabajo hizo, Fowler.

Los premios Nobel de los últimos 20 años han sido concedidos, casi exclusivamente, a investigaciones relacionadas con la física atómica y nuclear y la de partículas (tanto experimentales como teóricas). Incluso los dados a temas de astrofísica son engañosos, pues tratan de procesos nucleares. La biofísica, la geofísica, la acústica y tantas otras ramas de la física han estado y estarán desterradas de la gloria del Nobel por siempre jamás.

El caso más sangrante de este ostracismo ideológico lo encontramos en el campo de la geofísica. En 1967 Dan McKenzie y R. L. Parker publicaban en la prestigiosa Nature un artículo clásico. En un valeroso esfuerzo de síntesis mostraron que los accidentes geofísicos se podían explicar gracias a la existencia de unas placas rígidas y sísmicamente tranquilas que interactúan entre ellas sólo en sus bordes. Entre 1967 y 1969 los geofísicos norteamericanos Jason Morgan, Dan P. McKenzie y el francés Xavier Le Pichon, formularon la que pronto sería conocida como la Teoría de la Tectónica de Placas: había nacido la geología moderna. En esencia, dice que la corteza de la Tierra es como un balón de fútbol. No es una única superficie sino que se encuentra dividida en placas. Pero a diferencia de lo que sucede en la pelota, estas placas son de diferentes dimensiones y se encuentran flotando en un mar de magma líquido, el manto, sobre el que se desplazan. De igual forma que sucede con los barcos, las placas están más o menos hundidas en función de su peso.

La importancia de la tectónica de placas es total: es la teoría central de la geología moderna. En 2002 se concedió el premio Crafoord –creado por el industrial Holger Crafoord–, que también se entrega en la Academia de Ciencias sueca, a Makenzie. Por contraste, el Nobel de Física de ese año fue a parar al campo de la astrofísica de partículas y de altas energías: la detección de neutrinos y fuentes de rayos X cósmicas. La diferencia entre ambas contribuciones es abismal. Pero al Comité Nobel solo le importan las diminutas particulitas que corretean por el universo y aceleradores como el del CERN.

No sé si hablar de estrechez de miras, pero sí diré que esta devoción por la física teórica y de partículas roza la obsesión. Ya no es que se premie a quien resuelve un misterio, es que se premia incluso a quienes indican un camino por dónde pueden ir las cosas, como ha ocurrido este año. Entiéndaseme. No quiero decir que no sea un trabajo merecedor de todos los elogios y parabienes. Lo que ejemplifico con el caso antes citado es que hay trabajos en otras ramas más importantes y decisivos. Así que lo diré alto y claro: ¡basta ya de teóricos!


martes, 6 de enero de 2009

Israel

Fuente: el cuaderno de Saramago

No es el mejor augurio que el futuro presidente de Estados Unidos repita una y otra vez, sin que le tiemble la voz, que mantendrá con Israel la “relación especial” que une los dos países, en particular el apoyo incondicional que la Casa Blanca dispensa a la política represiva (represiva es decir poco) con que los gobernantes (¿y porqué no también los gobernados?) israelíes han venido martirizando por todos los modos y medios al pueblo palestino. Se a Barack Obama no le repugna tomar su té con verdugos y criminales de guerra, buen provecho le haga, pero que no cuente con la aprobación de la gente honesta. Otros presidentes colegas suyos lo hicieron antes sin necesitar otra justificación que la tal “relación especial” con la que se da cobertura a cuantas ignominias fueron tramadas por los dos países contra los derechos nacionales de los palestinos.

A lo largo de la campaña electoral Barack Obama, ya fuera por vivencia personal o por estrategia política, supo dar de sí mismo la imagen de un padre dedicado. Eso me permite sugerirle que le cuente esta noche una historia a sus hijas antes de que se duerman, la historia de un barco que transportaba cuatro toneladas de medicamentos para socorrer a la población de Gaza en la terrible situación sanitaria en que se encuentra, y que ese barco, Dignidade era su nombre, ha sido destruído por un ataque de fuerzas navales israeliés con el pretexto de que no tenía autorización para atracar en sus costas (creía yo, ignorante redomado, que las costas de Gaza eran palestinas…) Y que no se sorprenda si una de las hijas, o las dos a coro, le dicen: “No te canses, papá, ya sabemos qué es una relación especial, se llama complicidad en el crimen”.

ninas
Los cadáveres de cinco hermanas palestinas de 4 a 17 años muertas en el bombardeo nocturno israelí a una mezquita del campo de refugiados de Yabalia yacen en la morgue de un hospital

domingo, 6 de julio de 2008

Receta

Fuente: Manuel Vicent, en El Pais
Fue en Shanghai, en el jardín del templo de Buda de Jade. A la sombra de un sicomoro estaba sentado un monje ciego casi centenario, que dada su avanzada edad parecía estar exonerado de las reglas del monasterio. En ese momento discurría por el claustro una recua de monjes rapados haciendo sonar una esquila. Hasta el jardín emergió poco después desde el recinto del altar el murmullo sincopado de su oración junto con el perfume de sándalo que los monjes quemaban bajo la inmensa barriga del Buda de Jade.

Al ver a aquel anciano solo no resistí la tentación de aprovecharme un poco de su sabiduría. Me acerqué. Tal vez por el olfato el monje ciego supo que tenía delante a un neófito lleno de traumas occidentales. Le pedí a la intérprete que le explicara más o menos quién era yo y que le preguntara qué debía hacer para ser feliz el resto de mi vida, una pregunta extraída del manual del turista en busca de una receta para el espíritu muy barata. El anciano centenario se tomó un tiempo. Mientras elevaba sus córneas desvariadas hacia lo alto sin dirección alguna, yo contemplaba su hombro desnudo con la clavícula transparente. Murmuró unas palabras. La intérprete tradujo su respuesta. El monje ciego con cien años de experiencia me había dicho: "No te duelas nunca de las cosas que no has conseguido. No luches por las cosas que sabes que nunca podrás alcanzar".

La primera parte del oráculo estaba clara. A los 18 años pensé en fugarme a París. No lo hice. A los 30 me creía capaz de escribir como Scott Fitzgerald. No lo conseguí. A los 50 me propuse cambiar de vida. Me dio pereza. El monje me recomendaba que diera esos sueños por perdidos, pero yo los consideraba como un pasto primordial de la memoria que me mantenía vivo y en realidad aún me sigo alimentado de ellos. Las cosas que no hice en esta vida son mi mejor caudal. En cambio, la segunda sentencia del monje había dado de lleno en mi neurosis. No luchar por las cosas que no se pueden alcanzar me libraba espiritualmente de cualquier esfuerzo. El monje de Shanghai coincidía con la sabiduría de Horacio. Todo se disuelve en la nada. Deja que fluyan los días y aprovecha sus placeres sin más. El monje me adivinó dentro de sus córneas blancas y disolvió su sabiduría en una sonrisa.