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Si se celebrase una olimpiada de insectos, la medalla de oro en salto de altura le correspondería sin duda a la cigarra espumadora (Philaenus spumarius), la única criatura capaz de recorrer de un brinco una distancia 100 veces equivalente a su propia altura. A escala humana, el equivalente sería un atleta capaz de sobrepasar con un sólo salto la Gran Pirámide de Giza. Para lograr semejante hazaña, los expertos calculan que el insecto necesita una aceleración inicial de 4.000 metros por segundo y debe generar una fuerza sobre su cuerpo 80 veces superior a la que necesitaríamos para poner a un astronauta en órbita.
Ahora, un equipo de zoólogos de la Universidad de Cambridge acaba de averiguar que el secreto de esta habilidad reside en una pequeña estructura interna situada entre sus patas traseras y sus alas. Como un arquero tensando su arma, el Philaneus contrae sus músculos curvando parte de su esqueleto (el arco pleural) antes de liberar toda la energía en un solo golpe, igual que una catapulta. Entre los componentes de este sofisticado órgano destaca la resilina, una proteína con un poder elástico tan espectacular que los científicos ya están tratando de crear un análogo sintético para comercializarlo.
Los detalles del estudio han sido publicados en la revista BMC Biology.