Fuente: elpais.com
El español estrena con triunfo el GP de Corea del Sur y ya es líder del campeonato de F-1 tras los abandonos de Webber y Vettel - A falta de dos carreras, aventaja en 11 puntos al australiano y en 21 a Hamilton
Otra vez, la sonrisa sincera que Fernando Alonso reserva para las grandes ocasiones. Y la de ayer lo fue. El español ganó el primer Gran Premio de Corea del Sur y se alzó con el liderato del Campeonato del Mundo de fórmula 1 a falta de dos carreras. La que realizó en el nuevo circuito de Yeongam fue impecable. Sin embargo, los beneficios no habrían sido tan notables si su victoria no se hubiera combinado con el accidente que provocó el abandono de Mark Webber (19ª vuelta) y con la rotura de motor de Sebastian Vettel a nueve vueltas de la conclusión, cuando iba el primero. Gracias a todo ello, Alonso domina la batalla por el título con 11 puntos de ventaja sobre Webber, 21 sobre Lewis Hamilton y 25 sobre Vettel.
"Un resultado no cambia nada", se apresuró a comentar Alonso, intentando mantener su propia tensión y la de su equipo. Sin embargo, aquel era un momento para la euforia, para la alegría, y nadie pensaba en eso. El "¡estamos delante!" que el asturiano escuchó por la radio en boca de Stefano Domenicali, el director de Ferrari, cuando cruzó la meta como ganador era un signo inequívoco de la explosión que se estaba produciendo en el taller de la escudería italiana. Todos sabían que Alonso podía concluir en el podio, pero nadie, ni los más optimistas, se atrevían a soñar que pudiera salir de Corea del Sur con media corona en el bolsillo. Por eso todo se desbocó. Alonso no conseguía recuperar la calma y estuvo gesticulando toda la vuelta de celebración hasta llegar al parque cerrado. Luego, se subió al coche, levantó los brazos y volvió a disfrutar de aquel momento mágico.
A sus 29 años, el ovetense vislumbra con más claridad que nunca la posibilidad de alzarse con el tercer título de su carrera, tras los dos que ganó con Renault en 2005 y 2006. Ni siquiera en 2007, cuando llegó a la última carrera a cuatro puntos de Hamilton, su compañero en McLaren, lo había tenido tan claro. Ahora le bastaría un triunfo en Brasil (7 de noviembre), unido a que Webber quedase del quinto para abajo, para proclamarse campeón incluso una cita antes de la conclusión. Sus posibilidades son enormes. El vuelco ha sido absoluto. Los Red Bull se mantienen en la lucha, pero las mejores bazas han pasado a ser las de Alonso, que cuadraría un año perfecto en su debut en Ferrari.
"Es mi primera victoria en una carrera con la pista mojada desde el principio y, obviamente, estoy contento", dijo Alonso; "pero hoy hemos visto lo que les ha ocurrido a Webber y Vettel y nosotros no podemos relajarnos. Debemos estar muy atentos y ser constantes para no cometer errores en las próximas carreras e intentar estar al menos en el podio y con posibilidades de luchar por el triunfo".
Las condiciones de la prueba fueron extremas por culpa de la cercanía del tifón Magi, que trajo a Yeongam una lluvia intensa y persistente que se alargó hasta mediada la misma. Era lo peor que le podía ocurrir a un circuito nuevo y recién asfaltado. Ya no fue solo que el piso no absorbiera el agua caída, sino también que el aceite que supuraba el alquitrán convertía la superficie en algo impracticable. Y, además, la hierba recién plantada en los laterales de la pista estaba aún tan blanda que se convertía en barro en cuanto se pisaba. Todo resultaba muy peligroso. Por eso la carrera se inició con el coche de seguridad y así prosiguió hasta la 18ª vuelta.
En cuanto se retiró, comenzaron los problemas. Los pilotos estaban nerviosos. Tenían ganas de correr. Y se produjeron los primeros incidentes. El más importante, el que sufrió Webber, el líder del Mundial hasta entonces, que salió mal de la duodécima curva en la 19ª vuelta, pisó una zona de hierba artificial y perdió el control de su bólido, que se estrelló contra el muro contrario y fue embestido por Nico Rosberg, provocando la segunda entrada del coche de seguridad. Aquello dejó a Alonso segundo, persiguiendo a Vettel. Pero las desgracias no habían concluido para Red Bull porque, cuando todo permitía imaginar una clara victoria de este, el coche del alemán comenzó a echar humo y tuvo que abandonar a falta de nueve vueltas.
Fue el acto final de un espectáculo increíble, adornado por la lluvia, las estelas de los bólidos, la poca visibilidad, los incidentes y el coche de seguridad. En medio de todo aquello, Alonso fue el mejor. No cometió errores. Se mantuvo firme en sus posiciones sin forzar en exceso, buscando sobre todo acabar la carrera. Y obtuvo su premio por partida doble. Ahora tiene el Mundial de fórmula 1 en sus manos.
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