viernes, 26 de septiembre de 2008

El Mundo indemnizará a Alejandro Sanz

Fuente: iblnews
El Tribunal Supremo ha condenado a la revista dominical del diario El Mundo y a la articulista Carmen Rigalt a indemnizar con 30.000 euros al cantante Alejandro Sanz por intromisión de su derecho al honor, por atribuírsele la condición de homosexual en un artículo publicado en 1999.

El alto tribunal sentencia que el derecho a la información no autoriza la utilización de insultos e injurias por ser contrarios a la dignidad de la persona.


La resolución, de la que ha sido ponente la magistrada Encarnación Roca Trías, revoca la sentencia dictada en 2001 por la Audiencia Provincial de Madrid que absolvió a la periodista Carmen Rigalt; al director de la revista, Miguel Angel Mellado y a Unidad Editorial S.A., y confirma el fallo dictado en primera instancia, que estableció una indemnización para el cantante por intromisión ilegítima del derecho al honor. La revista de fin de semana del diario deberá reproducir la sentencia.

El Supremo alude a la doctrina del Tribunal Constitucional en el sentido de afirmar que no es lícito efectuar suposiciones sobre la vida privada de una persona, "y ello con independencia de que socialmente esté aceptada esta forma de expresión sexual, lo que no se cuestiona en ningún momento".

Añade que el artículo utiliza una serie de expresiones "absolutamente lesivas de la dignidad" del artista, tales como: "galanes de moda y aventureros del sexo", "nunca imaginé que fueras capaz de prestarte a un montaje espantoso para mantener vivo el negocio de tu imagen" y "a mí, sinceramente, como si te la machacas".


Añade que "debe concluirse que las expresiones vertidas en el artículo produjeron una verdadera lesión al derecho al honor del recurrente, ya que la libertad de información de los demandados no es ilimitada y el contenido del trabajo puede considerarse atentatorio al honor de D. Alejandro Sánchez" (Alejandro Sanz).

Atraviesa el Canal de La Mancha con ala a reacción

Fuente: iblnews
El piloto suizo Yves Rossy, llamado 'Fusionman', logró atravesar este viernes el canal de la Mancha, entre Calais (Francia) y Dover (Inglaterra), volando con un ala provista de cuatro reactores sujeta a su espalda.

Poco después de las 14H00 (12H00 GMT), llevando el ala plegada, Rossy subió a bordo de un monomotor Pilatus, el que habría de llevarlo hasta las inmediaciones del Cabo Blanc Nez, cerca de Calais, al norte de Francia.

Cuando el aparato se encontraba a unos tres mil metros, Rossy encendió los reactores al interior del aparato, cuya cabina había sido cubierta con una capa protectora contra el fuego.

El piloto suizo saltó del avión desplegando el ala y efectuando una caída de más o menos 1.000 metros, antes de estabilizarse y tomar la dirección de Dover en las costas inglesas, siguiendo al avión Pilatus que lo guiaría durante la travesía.



Después de un vuelo sin contratiempos a unos 200 km/h de más o menos diez minutos de duración, y cuando se encontraba sobre la costa inglesa en las inmediaciones de Dover, el 'Hombrejet' detuvo los reactores, se ubicó contra el viento y abrió un paracaídas en ala, efectuando una serie de evoluciones antes de aterrizar en un campo.

Yves Rossi, de 49 años, cumplió así esta travesía de emulación ---y por la ruta que el siglo pasado siguió el francés Louis Blériot en 1909---, después de haberla postergado dos veces, el miércoles y el jueves, debido a condiciones meteorológicas adversas.

Este viernes por la mañana el piloto suizo estuvo preparando el material para el vuelo y también, según relató, había estado en la playa para mojarse las manos y "hablar con el mar para que fuera simpático" en caso de contratiempos y de verse obligado de saltar antes de llegar a tierra.

"Siempre me gusta hablar con los elementos", comentó.

Ex piloto militar con más de 1.000 horas de vuelo en Mirage III y actualmente piloto de línea, Rossy fue en 2004 el primer hombre que voló con un ala individual provista de reactores.

El ala con el que realizó la hazaña posee una envergadura de tres metros y sólo le permite volar una decena de minutos debido al tamaño del estanque de combustible de 30 litros.

Sin embargo, el aparato permite alcanzar velocidades de hasta 300 km/h.

El piloto que lleva un traje especial que le protege las piernas de la llama de los reactores, solo puede controlar la alimentación de éstos.

El control de la dirección y la altura del vuelo lo hace con movimientos de la cabeza, del cuerpo y los brazos.

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