Fuente: elpais.com
El ruso Nikolay Davydenko se impuso al mallorquín Rafael Nadal por 7-6 (3) y 6-3 para proclamarse primer ganador del Masters 1000 de Shanghai. Davydenko sumó su cuarto título del año y el 18 de su carrera al vencer a Nadal en una dos horas y dos minutos.
Gracias a su tenacidad y solidez, y también a que Nadal le dejó mucho espacio y tiempo para jugar agusto, Davydenko salvó un punto de set en el primer parcial, para hacerlo suyo luego en el desempate con autoridad. El ruso se mostró genial con su revés paralelo, para ganar un título más después de los logrados en Hamburgo, Umag y Kuala Lumpur. Su victoria le coloca muy cerca de la sexta plaza que ocupa el estadounidense Andy Roddick, cada vez más próximo a la Copa Masters de Londres.
"Jugó mejor que yo, y así es el tenis, espero volver e intentar ganar", dijo Nadal en la entrega de premios. Davydenko, por su parte, recibió el trofeo de manos de Jacques Rogge, presidente del Comité Olímpico Internacional, y dedicó el triunfo a su mujer, Irina, quien se pasó todo el partido besando una medalla, implorando por la victoria de su marido.
Sin rastro de cansancio, a pesar de las cinco horas que había acumulado en los dos últimos encuentros, Davydenko se impuso a un desconocido Nadal, lento en las primeras fases del encuentro y a remolque en la mayoría de los intercambios, con el ruso lanzado enviando reveses envenenados a las líneas. Con uno de ellos puso fin a la primera manga set en 75 minutos, después de que Nadal, tras reaccionar abajo 4-2 lograse colocarse arriba 5-4, con servicio del ruso, para disponer de un punto de set que Davydenko resolvió con un fácil remate.
A partir de ahí Nikolay Davidenko mantuvo esa regularidad y el mismo coraje con el que venció al serbio Novak Djokovic en semifinales en tres horas de lucha, para romper de nuevo en el sexto y poner distancias de por medio hasta el final. El español entregó el partido con una derecha larga al fondo de la pista, que incluso reclamó al Ojo de Halcón, pero el veredicto fue fatídico para él al observarse que había sido fuera. Davydenko contempló la repetición en cuclillas, sin perder detalle, para levantar luego los brazos en signo de victoria.
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