Fuente: mi moleskine arquitectonico
Osaka es una ciudad de centros comerciales. Cientos de molls y galerías surcan la frenética trama urbana, arterias delirantes que llevan el pulso de su acelerado latido. Sin embargo, algo que a este occidental le llamó mucho la atención, es su carencia de espacios públicos, como parques y plazas, sobre todo en las zonas comerciales. Es explicable. Un espacio de esta naturaleza significa un costo de oportunidad altísimo, ya que en su área en vez de árboles podrían crecer edificios multimillonarios.
Es por eso que Namba Parks resulta un esfuerzo considerable por devolverle a la ciudad algo de calidad ambiental, sin perder asimismo la oportunidad de ofrecer áreas comerciales en una zona altamente especulativa.
Namba Parks fue diseñado por Jon A. Jerde, arquitecto norteamericano, profesor en la UCLA y autor de diversas publicaciones. Jerde tiene diversas intervenciones urbanas en Estados Unidos, caracterizadas por sus espectaculares fachadas. En Japón, además de Namba Parks ha producido un interesante anfiteatro en Fukuoka, que comentaremos porteriormente en este blog.
La construcción fue ejecutada por la empresa Mori Building Co. Al lado del conjunto se encuentra una altísima, desproporcionada, anodina y desabrida torre, que nada tiene que ver con el diseño del parque.
Por tanto, me avocaré principalmente al conjunto paisajista. Namba Parks es una combinación de 3 conceptos, un centro comercial, un parque, y una circulación principal que lo atraviesa.
El centro comercial ha tomado la idea de un pequeño pueblo. Los comercios se ofrecen vivaces a trabes de plazas que los convocan y puentes que los conectan, permitiendo al visitante gozar de una escala doméstica, una especie de paseo en pleno corazón comercial de la ciudad.
Sobre el techo de los comercios se ubica el parque, el cual es un aterrazado que, a manera de zigurat, evoca la forma de los antiguos jardines de Babilonia. Desde lejos, el parque asciende mostrando sus jardines colgantes como un atractivo irresistible a una ciudad sedienta de verde.
Su diseño no es racional en absoluto, ya que la ondulante geometría del parque recoge la tradición de recorrido los sutiles jardines japoneses, incorporando algunos elementos occidentales, como bancas y piletas. Las terrazas se suceden ofreciendo a la vez espacios públicos y otros más privados, utilizando para ello recursos tan ligeros como el cambio de textura de piso, desniveles en el césped o la incorporación de un determinado tipo de árbol.
El tercer concepto es el que hace este complejo singular: la estilización del Cañón del Colorado, como tema en la circulación principal del edificio. Por supuesto, se podría criticar: ¿qué tiene que hacer el Cañón del Colorado en Japón??? No deja de ser controvertida su validez. Después de todo, desde el periodo Meiji en 1868 los japoneses no han dejado de copiar cosas de Occidente, y muchas de ellas superarlas (como las cámaras fotográficas o los automóviles. En su cultura insular es lícito tomar conceptos de afuera y adaptarlos a su propia cosmogonía.
Sin polemizar más sobre ese asunto, diré sin embargo que, afortunadamente la inclusión del concepto del Cañón del Colorado no se queda en una mera caricatura del mismo (tipo Disneylandia), sino que evoluciona en una estudiada estilización de las formas y colores, a partir de la elipse y el arco elíptico.
Es precisamente que, al participar de su recorrido, el torrente humano discurre, a manera del río Colorado, discurre regocijándose de las variadas sensaciones que ofrece, de la variedad de su escala, de la sorpresiva aparición de elementos como cascadas y puentes.
La impactante escultórica conformación de sus fachadas, que recuerdan a las conformaciones geológicas de la gran sima norteamericana.
En el corazón del recorrido se ubica la elipse generatriz de todo el conjunto, en la que se anidan los ascensores panorámicos, coronados por una ovoide cumbre.
Este plato, a manera de faro, cobra un protagonismo especial en las noches de Namba Parks.
El tema de la elipse esta siempre presente, desde las grandes plazas hasta en el tratamiento de los pisos, con los que Jerde juega permanentemente, recordándonos en todo momento que se basó en ella para su diseño.
La intervención urbana, desde el punto de vista ambiental es definitivamente un acierto. Termofotografías muestran el impacto en la temperatura de la zona. Al haber más árboles, la cantidad de humedad es mayor, por lo que temperaturas extremas de calor o frío se controlan naturalmente. La contaminación ambiental también se ha reducido notablemente, logrando dotar al barrio de Namba de un microclima más confortable y sano... ver artículo completo
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