Sin duda el que abrió esta particular veda fue el carismático Paul Allen, cofundador de Microsoft y que desde el año 1983, cuando dejó a Bill Gates a la cabeza de la firma, ha invertido miles de millones en todo tipo de proyectos relacionados con el espacio, la búsqueda de vida extraterrestre y la ciencia ficción.
Su carrera espacial empezó cuando sólo tenía 12 años y, jugando con su 'quimicefa', lió a su primo para construir un cohete espacial. Pese al fracaso -"el cohete hizo mucho ruido pero no despegó", reconoce el propio Allen en varias entrevistas- no se desanimó. Primero vino Microsoft, y luego, con el dinero en el bolsillo, los proyectos que de verdad le gustaban. El telescopio 'Allen Telescope Array' del observatorio Hat Creek, destinado a la búsqueda de vida extraterrestre y para el que puso 29 millones de dólares, o el museo Science Fiction Experience (Experiencia de Ciencia Ficción), que le costó otros 20 millones.
Pero su mayor contribución a la historia espacial, sin duda, ha sido el Space Ship One, la primera nave espacial íntegramente financiada con capital privado que ha logrado subir al espacio, y volver a la Tierra con su piloto sano y salvo. Allen, impulsor de la empresa que desarrolló la nave, ganó con este hito espacial los 10 millones de dólares del Premio Ansar X, pero los analistas calculan que la empresa le ha costado la friolera de 20 millones de dólares. Y eso que él no ha diseñado la nave -eso lo hizo Burt Rutan- ni la ha pilotado -fueron Michael Melvill y Brian Binnie. Paul se ha limitado a firmar los cheques y mirar al cielo.
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Pero son muchos los empresarios que no se conforman con pagar los 300.000 dólares que puede costar un vuelo espacial. Además, quieren ser partícipes de los proyectos. Es el caso de Jeff Bezos, fundador de Amazon.com, que decidió hace años que ya había amasado fortuna suficiente como para cumplir su sueño de juventud de volar al espacio, y creó la empresa Blue Origin, que participó en la competición Ansar X, y que también pretende construir naves espaciales privadas. De momento, Bezos ya ha adquirido 165.000 acres de terreno en Texas donde construirá la base para sus lanzamientos.
Otros dos empresarios 'puntocom' están también en la lista de los que planean construir naves espaciales privadas: Elon Musk, fundador de PayPal y de la compañía SpaceX, y John Carmack, creador de míticos videojuegos como Doom o Quake, y que ya ha llegado a realizar diversas pruebas en Dallas de su prototipo de nave, el Armadillo Aerospace.
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Casi todos estos nuevos 'capitalistas espaciales' coinciden en que la carrera espacial debe ser cosa no sólo de la NASA. "En 1961 se lanzaban cuatro misiones tripuladas al año; en la década de los 70 fuimos muchas veces a la Luna. Pero no podía ir cualquiera, sólo lo hacían los astronautas y cosmonautas. Y la NASA decía que habría que esperar 30 años para que 'cualquiera' pudiera ir al espacio. Ese tiempo ya ha pasado y sigue siendo igual. Yo no estoy dispuesto a quedarme sin esa posibilidad", decía el propio Rutan en una entrevista en la BBC.
Muchos otros multimillonarios siguen sus pasos. "Los vuelos financiados con capital privado son los que están innovando, y los que pueden dar un giro a la situación actual. Ahí es donde realmente está la acción", señala al new York Times Charles Lurio, un consultor espacializado en temas espaciales. No hace falta que lo diga muy alto. Los multimillonarios ya lo saben.
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