Ya puedes comprar a tus hijos –y si no los tienes también– un castillo por un precio no tan caro como el de una fortaleza real.
En su interior existen caminos ocultos y pasadizos secretos, también es posible personalizarlo con toboganes, puertas corredizas, puentes levadizos y, en definitiva, todo lo que tu bolsillo pueda pagar.
Necesitas un jardín un poco amplio, eso sí, y si lo calculas bien el tobogán puede aterrizar en tu piscina.
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