Fuente: José Manuel Nieves, en El Blog
Tras el terremoto, llegan las olas gigantes. Y no es una broma. La alerta de tsunamis ha sido declarada en todo el Pacífico. Las mediciones y simulaciones por ordenador realizadas por la Agencia Oceanográfica de los Estados Unidos (NOAA) muestran cómo, a partir del epicentro del seismo, el movimiento de las aguas puede transmitirse desde las costas chilenas hasta el mismísimo Japón.
Lo que no se ha podido determinar es la altura que tendrán las olas cuando lleguen a puntos como Hawaii o las costas australianas o japonesas. El revuelo de las aguas ha sido tal, que no se descarta que sus efectos puedan sumarse en medio del océano y seguirse notando a lo largo de los próximos días en cualquier parte del Pacífico.
Sin embargo, la magnitud del terremoto, (que fue de 8,8 grados) no puede trasladarse directamente a la que tengan las olas que provoque, ya que éstas dependen también en gran medida de la configuración de los fondos marinos por las que vayan pasando. Sin embargo, sí que conviene saber que la energía liberada por el terremoto de Chile equivale a la de 20.000 millones de toneladas de TNT (lo que supone 1.333 veces la potencia de la bomba de Hiroshima).
El terremoto, que ha causado ya más de 700 víctimas mortales, ha tenido además otro efecto. Su fuerza ha sido suficiente como para desplazar ligeramente (unos 8 cm.) el eje de la Tierra y, por lo tanto, acortar la duración de los días. Según los datos manejados por la NASA, desde el pasado 27 de febrero el día terrestre dura 1,26 millonésimas de segundo menos que antes.
Un acortamiento que habrá que sumar al que ya tuvo lugar en 2004, como consecuencia del terremoto de Sumatra (de una magnitud de 9,1). Desde aquél terrible acontecimiento la duración de los días ya se había acortado en 6,8 millonésimas de segundo.
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