Edimburgo encierra muchas ciudades en sí misma. De hecho, la ciudad está dividida en dos ciudades: la medieval Old Town, que creció en torno al castillo y la jorgiana New Town. Las dos ciudades están separadas por los Princes Street Gardens, que en tiempos fueron el Nor’ Loch, el lago que circundaba Castle Rock (la Roca del Castillo). Ambas fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad en 1995.
La Old Town, dada su ubicación, estaba aislada de la nueva Edimburgo. Dos mundos distintos y opuestos. Old Town: maloliente y peligrosa, plagada de prostitutas y delincuentes, se erigía sobre su historia de epidemias, ejecuciones, persecuciones religiosas y fantasmas. Una ciudad donde uno podía chapotear entre desperdicios humanos que bajaban en regueros por las calles empinadas, arrojados dos veces al día al grito de 'Gardy loo!' (expresión de origen francés que deriva de 'Regardez l’eau', traducible por el hispánico '¡Agua va!') y que iban a parar al lago, cuyos efluvios eran tan tóxicos que provocaban alucinaciones. Para evitar enfermedades, la gente no bebía agua -proveniente en su mayoría del Nor’ Loch- sino ¡cerveza!
Al otro lado del lago se encontraba la refinada y salubre New Town, construida en el siglo XVIII, siguiendo los preceptos ilustrados. La tierra que se extraía para asentar los cimientos de los nuevos edificios se empleó para unir ambas ciudades mediante un promontorio denominado The Mound, sobre el que descansan la Real Academia Escocesa y la Galería Nacional (donde se puede contemplar el famoso retrato del Reverendo Walker patinando). Después se drenó el lago, creando los jardines contiguos a Princes Street, la principal calle comercial, que junto a George Street y Queen Street vertebran esta zona.
La propia idiosincrasia de ambas ciudades es claramente palpable en su diferente concepción urbanística y arquitectónica, de la que son ejemplo dos casas convertidas en museos: Georgian House en el 7 de Charlotte Square (New Town) junto a Bute House, la residencia oficial del Primer Ministro, y Gladstone’s Land en Royal Mile, la calle principal del Old Town, cerca de Mary King’s Close, educativa atracción turística por la antigua ciudad subterránea donde se dice que merodean los fantasmas de los edimburgueses que murieron durante la epidemia de peste bubónica de 1644. Si vas allí no te olvides de llevarle un juguete a Annie, el fantasma más famoso del lugar: una niña que llora en la que fue su casa porque ha perdido a su muñeca.
Es indispensable dar un paseo por estas dos ciudades y adentrarse entre los callejones –o 'closes'- que las unen. Porque Edimburgo es una ciudad que ha de recorrerse a pie y por la que hay que perderse.
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