sábado, 22 de noviembre de 2008

De sanguijuelas y vampiros

Fuente: la ciencia de tu vida

En el siglo XVIII algunos médicos recomendaban a sus pacientes que comiesen piojos. En particular, un tal Lesser afirmaba, en 1742, que estos molestos insectos eran el mejor remedio para las dolencias hepáticas y que podían curar la ictericia. ¿La posología? Nueve piojos, en una sola toma, antes de las comidas. Podemos reírnos pero…¿Qué pensar de los hospitales y laboratorios de más de 30 países que hoy día, en pleno siglo XXI, usan sanguijuelas?

Puede parecer increíble, pero al contrario que los piojos, el uso de las sanguijuelas en medicina tiene su justificación, que poco tiene que ver con las famosas “sangrías” con las que pretendían curar desde las inflamaciones a las enfermedades mentales. Estos animalillos previenen la gangrena, restablecen la circulación y presión sanguíneas y descongestionan los vasos sanguíneos extrayendo la sangre sobrante, lo que las convierte en unos seres muy útiles en cirugía reparadora y plástica. Por ejemplo, se usan en los reimplantes de dedos, orejas u otras partes del cuerpo que hubieran quedado dañadas.

Quizá por ello sean de interés distintas investigaciones destinadas a descubrir las apetencias de estos bichitos, sobre todo de la especie más usada, Hirudo medicinalis. El día de Nochebuena de 1994 se publicaba en la prestigiosa British Medical Journal que a estos babosos animales les cambiaba su proceder alimenticio si se les exponía a la cerveza irlandesa Guiness stout o la alemana Hansa bock –un tipo de lager alemana extrafuerte–. Presentaban un “comportamiento errático” sobre el brazo del experimentador tras sumergirlas tres veces en las cervezas, afirmaban estos científicos de la universidad de Bergen, Noruega –y la Guiness les afectaba más–. Un resultado poco o nada sorprendente teniendo en cuenta lo que pasa con los humanos “expuestos” a semejantes bebedizos…

Algo parecido, pero en menor escala, les pasaba si metían a las pobres sanguijuelas en vinagreta. Lo curioso de este trabajo es que expuestas a un brazo untado con ajo los pobres bichitos abandonaban este mundo a las dos horas y media. “Por razones éticas se abandonó el uso del brazo untado con ajo”, añadían los compasivos autores del trabajo.

Esto llevó a uno de los autores, Baerheim A. Sandvik, a explorar una conocida leyenda en torno al ajo: ¿Realmente son un arma eficaz contra los vampiros? Los resultados los publicó en la revista médica noruega Tidsskr Nor Laegeforen de ese diciembre de 1994: ¿Protege el ajo contra los vampiros? Un estudio experimental. Ante la evidente escasez de vampiros que se presten como sujetos a tal experimento, el autor echó mano de sus primos menores, las sanguijuelas. Y descubrió que si se ponía ante ellas dos manos, una limpia y otra untada con ajo, estos anélidos preferían 2 de cada 3 veces la mano untada, y tardaban tres veces menos tiempo en adherirse. “Este estudio indica que el ajo posiblemente atraiga a los vampiros. Por tanto, para evitar una evolución parecida a la de los Balcanes en Noruega, deberían ser tomadas en consideración medidas de restricción en el uso del ajo”, concluía el científico.

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