Cuando uno adquiere un bien económico como es un automóvil, lo que espera el comprador como mínimo, es que se lo entreguen y le funcione. Si además hay una garantía, fantástico, y si encima la marca cumple con ella mejor. Sin embargo, a veces la dudosa profesionalidad de un concesionario, taller o gente del departamento comercial puede deteriorar mucho la relación entre cliente y marca.
domingo, 28 de septiembre de 2008
Los clientes cabreados son muy peligrosos
Fuente: motorpasión
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