La larga cola es la teoría que ha elevado a Chris Anderson a la nube donde viven los gurús, un artículo (enlace en español, no se acostumbren) publicado en Wired en octubre de 2004 y posteriormente convertida en un libro. Hace referencia a los modelos de negocio de tiendas como Amazon.com o Netflix, con catálogos enormes que les permiten satisfacer “microdemandas”, las necesidades de esa pequeña gran minoría que no busca lo que busca el resto.
O dicho de otra forma, la red ha acabado con un modelo de mercado centrado en la venta de superéxitos, en el que los productos que triunfan en un momento dado son los únicos que se venden, liberando a las tiendas de la "tiranía de la estantería" —cuando el espacio para mostrar productos es limitado, se tiende a mostrar lo que más se vende o triunfa, favoreciendo así que las ventas sigan siendo altas-.
Pero si es usted un cantante de polca libanés probablemente sepa que la larga cola se queda más bien corta. Con 13 millones de canciones online, Internet puede satisfacer cualquier gusto musical, por desagradable que sea. Y sin embargo, según The Times, el año pasado 10 millones de canciones no vendieron ni una sola copia.
Chris Anderson, en cierto modo, ha reconocido que su idea original no acaba de funcionar. "Es difícil hacer dinero en la cola, las ventas se centran de forma desproporcionada en los grandes éxitos y es poco probable que esto cambie", aseguró en noviembre. El principio de Pareto puede con la red.
Hablando de Amazon, por cierto, ya llevo dos o tres conversaciones en las que me susurran que abrirá en primavera en España. Ya tardaba.
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