Fuente: muyinteresante
Catedrático de Ingeniería Biomédica en el MIT (EE UU), el norteamericano Robert Langer, de 56 años, investiga nuevos sistemas inteligentes de administración de fármacos. Autor de más de 500 patentes, también ha logrado crear órganos a partir de tejidos humanos.
Galardonado en 2002 con el premio C. Stark Draper –equivalente al Nobel de la Ingeniería– y autor de más de 750 artículos científicos y de 500 patentes, Robert Langer ha sido calificado como uno de los inventores más prolíficos de la historia de la medicina.
–¿Dónde comenzó su carrera?
–En el Hospital Infantil de Boston, con Judah Folkman, el cirujano que concibió la idea de que los tumores cancerígenos se nutren con sangre de los capilares y que, si el tejido afectado no tuviese vasos sanguíneos, los tumores no llegarían a crecer ni a convertirse en letales. Descubrimos las propiedades anticancerígenas del cartílago de tiburón, pero lo que más me llamó la atención fue que los medicamentos más prometedores contra el cáncer resultaban ineficaces porque las enzimas del organismo los degradaban en cuestión de minutos. Es decir, el problema no era el fármaco, sino la forma de administrarlo.
–¿Y encontró usted el sistema?
–Sí, otros científicos ya habían ideado una forma de dosificar los fármacos contra el cáncer en animales de laboratorio que consistía en envolver las sustancias químicas en capas de polímeros semipermeables que dejaban escapar algunas de ellas a través de los poros. Pero las moléculas de esos remedios anticáncer eran enormes y no cabían por los poros. Por eso se nos ocurrió diseñar una rejilla de polímeros con rendijas del tamaño exacto para dejar pasar lenta y gradualmente moléculas de varias medicinas distintas. Además, inventamos materiales de polímeros con propiedades específicas para cada medicamento. Así podemos controlar la administración de las sustancias para que suceda en minutos o en años.
–¿Por qué es tan decisivo que la medicina actúe en el momento exacto y con la dosis justa?
–En el caso del cáncer, porque si el sistema inmunológico metaboliza el contenido del remedio antes de llegar al tumor, sería como si no se hubiese tomado. Y porque si las moléculas del medicamento circularan libremente por el organismo podrían atacar células sanas de otros tejidos, provocando náuseas y caída del pelo, y debilitando el sistema inmune. Por eso es clave una administración “inteligente” de la droga.
–¿Qué vías son más eficaces para administrar los fármacos?
–Por vía cutánea y por la nariz y los pulmones resulta más efectivo que por el sistema digestivo. Aunque la piel es una barrera relativamente impermeable, hay sustancias capaces de cruzarla a velocidades razonables. Los parches para dejar de fumar, que están desde hace tiempo en el mercado, son un ejemplo. Hacer pasar una pequeña corriente eléctrica a través de la piel también puede facilitar la absorción de ciertos medicamentos; o el ultrasonido, una técnica que probamos con animales y que permite aumentar 5.000 veces la capacidad de penetración por vía cutánea. Por eso ahora estamos ensayando este método para administrar insulina y medicamentos contra el dolor.
–¿Y los pulmones?
–Los pulmones pueden ser una vía muy eficaz, no sólo para tratar problemas respiratorios sino de cualquier parte del cuerpo, ya que los alveolos pulmonares, encargados de llevar el oxígeno a la sangre, podrían hacer lo mismo con las moléculas de los fármacos. El reto está en diseñar inhaladores capaces de hacerlos llegar en cantidades suficientes hasta las zonas más profundas del pulmón. De hecho, en los inhaladores convencionales para el asma se aprovecha menos del 10 por 100 de su contenido. Con los nuevos, a base de polvo seco, las partículas penetran fácilmente en los alveolos.
–¿Podrían usarse microchips para distribuir medicinas por el organismo? Leer entrevista completa en muyinteresante.com
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