¿A qué velocidad viajará esa sombra? – nos preguntamos. Y sobre todo: ¿qué tamaño puede alcanzar sobre la tierra?
Una primera aproximación nos llevaría a pensar que la sombra del avión se agranda a medida que aumenta su altitud hasta alcanzar dimensiones desproporcionadas. Sin embargo, esto no sucede exactamente así por varios motivos. (Seguir leyendo)
Toda sombra de una luz no puntual, como es el sol, se divide siempre en dos partes: umbra y penumbra. Durante un eclipse de luna, por ejemplo, la zona de umbra (la que está bloqueada totalmente por la luna) es considerablemente más pequeña que nuestro satélite, mientras que la zona de penumbra se proyecta hasta alcanzar un tamaño muy superior al del objeto originario.
De esta forma, si alejáramos la luna de la Tierra, la zona de penumbra de nuestro satélite crecería notablemente en tamaño, mientras que disminuiría si hiciéramos lo contrario.
Siguiendo este mismo principio, la penumbra generada por un avión debería alcanzar un tamaño desproporcionado sobre el suelo, muy superior al del propio aparato. Pero hay dos motivos por los que esto no sucede:
1. A medida que aumenta la zona de penumbra, ésta tiende a adquirir una forma circular y se difumina de tal manera que apenas resulta perceptible para el ojo humano.
2. Dada la enorme distancia relativa de la Tierra y el avión respecto al sol, el efecto de aumento de la penumbra es tan pequeño que, aunque el aparato volara a su altura máxima, la penumbra seguiría sin ser más grande que el propio aparato.
Así pues, las sombras de los aviones que vemos sobre la tierra no alcanzan un tamaño ilimitado y descomunal a medida que éstos ascienden, sino que se difuminan con la altitud y tienen unas dimensiones muy similares a las del propio aparato.
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