Para localizar esta zona asociada al placer, Jannini utilizó un instrumento de uso rutinario en la diagnóstica ginecológica llamado ecografía transvaginal. De esta forma ha podido identificar
Otros investigadores han sugerido una interpretación diferente para este dato. Por ejemplo, Leonore Tiefer, de la Universidad de Nueva York, cree que es posible que las mujeres que experimentan orgasmos vaginales hayan aprendido a hacerlo con la práctica, y que eso habría alterado su anatomía, del mismo modo que ejercitando cualquier músculo de nuestro cuerpo aumenta su tamaño.
En cualquier caso, la investigación de Jannini es un punto de partida interesante para profundizar en la naturaleza del orgasmo femenino. "Hasta ahora nadie había usado la ecografía para investigar este aspecto aún tan poco conocido de la anatomía de la mujer, y esto es un indicativo del atraso cultural que arrastramos en materia de sexualidad femenina", subrayó Jannini, que añade que “sobre el punto G hemos siempre preferido un debate de opinión, y no de ciencia”.
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